AS (Levante)

Messi, señor de las finales

Ha marcado 26 goles en 25 finales, cuatro de ellas de Copa Inició la jugada del 2-1 e insistió en la del 3-1

- SANTI GIMÉNEZ

Leo Messi, el señor de las finales , volvió a ser determinan­te en el momento decisivo. Desde el inicio de la final de Copa se vio que Leo tenía las luces encendidas y que no iba a dejar pasar la oportunida­d de conseguir su título número 30 con el Barcelona en su partido 700 como profesiona­l.

Por si fuera poco, el Alavés cometió la torpeza imperdonab­le que ha castigado a tantos equipos: enfadar al genio, que si ya de por sí es buenísimo, cuando le molestan, es imbatible. Manu García le hizo un par de faltas que Clos Gómez no le señaló, en especial le molestó una en la frontal del área tras un eslálom marca de la casa en la que concedió la ley de la ventaja. Era el minuto 24. Seis minutos después, en la misma zona donde le tumbaron, se asoció con Neymar para dar un pase a la red que suponía el primer gol del partido.

Tras el tanto del Alavés, con el Barcelona alicaído, el ’10’ volvió a liderar el atraque barcelonis­ta y a base de sortear rivales se convirtió en una pesadilla para el Alavés. A Messi siempre le gustó este estadio, donde ha realizado exhibicion­es memorables. En la final de Copa, que coincidía con la despedida de El Calderón, Leo homenajeó al viejo coliseo del Manzanares.

Ante el Alavés, Messi jugó su final número 25 en la que ha conseguido la brutalidad de 26 goles. Leo, además, ha logrado marcar en cuatro finales de la Copa del Rey (2009-1215 y 17) quedándose sólo a una de Telmo Zarra, que tiene el récord con cinco finales marcando.

El partido de Messi no sólo fue descomunal en la faceta goleadora, porque además fue el autor de la jugada que valió el segundo tanto al habilitar a André Gomes y realizó la asistencia del tercero a Paco Alcácer tras una jugada de fantasía.

En la segunda parte, lo mejor del Barça, que tuvo momentos de empanada ante el acoso babazorro, volvió a llevar la firma de Leo Messi, que apareció por todas las partes del campo. Realizó jugadas por la izquierda, recuperó balones y reguló el desarrollo de la final a su antojo. Cuando acabó el partido, el argentino se mantuvo en un segundo plano con su familia mientras se preocupaba por el estado del lesionado Mascherano. Su trabajo estaba hecho ya durante los 90 minutos. El señor de las finales había conquistad­o otro trofeo.

 ??  ?? INDISCUTIB­LE. Leo Messi celebra el 1-0 con Alcácer a su espalda.
INDISCUTIB­LE. Leo Messi celebra el 1-0 con Alcácer a su espalda.
 ??  ?? ATENTO. Messi, con el lesionado Mascherano al final del partido.
ATENTO. Messi, con el lesionado Mascherano al final del partido.
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