AS (Levante)

Chile y Alemania se juegan la gloria en Rusia

Gran final y choque de estilos entre las dos favoritas del torneo

- LEOPOLDO ITURRA

Gianni Infantino, presidente de la FIFA, evaluó la Copa Confederac­iones como perfecta por las concurrenc­ias, ambiente, espectácul­o y juego exhibido. Como si el fútbol hubiese vuelto a la esencia que tuvo en su origen.

Si la evaluación es tan alta se debe en gran parte a que Chile y Alemania están en la final. Los mejores equipos del torneo -que muchas veces no llegan al partido definitori­o, pero en este caso sí- exhibieron fútbol de lujo, además de magia y eficiencia. Y tendrán que definir en una instancia de equilibrio que prácticame­nte no admite pronóstico­s. Chile ha monopoliza­do exclamacio­nes y adjetivos. Con un sistema que el técnico alemán Joachim Löw elogia al llamarlo “flexible”, las piezas rojas copan el campo, presionan y construyen todos sus ataques desde atrás, desde los mismos pies de Claudio Bravo, e intentan formar una red en donde todos los jugadores aplican punto y contrapunt­o para tejer ataques todo el tiempo. En esa faceta son Alexis y Vidal

Favoritos Ambos equipos llegan a la final como los dos mejores

quienes han tomado la batuta de esta orquesta que se conoce como la Generación Dorada.

Al otro lado del campo hay una máquina que intimida a base de números: 11 goles en cuatro partidos. Es como un panzer que arrasa con todo equipo que se cruza por su camino. Pero no se trata de un armatoste pesado y que cruje, sino que tiene estilo y velocidad. Es pulcra y galana. Le llaman la Mannschaft.

Chile y Alemania se midieron durante la primera fase en el Kazán Arena. Chile fue una fuerza incontenib­le. Como si estuviesen en la eliminator­ia mundialist­a sudamerica­na, esa donde se juega con el cuchillo entre los dientes, presionaro­n a los germanos contra su portería. Alexis anotó a los cinco minutos gracias a la presión de Vidal sobre Mustafi. Y Vargas pudo anotar el segundo. Fueron los únicos 15 minutos en todo el torneo donde se vio tambalear a esta Mannschaft modelo 3.0 que Löw anda probando en Rusia.

Las fuerzas se equipararo­n luego. Un descuido de Chile, un mínimo descuido, permitió que Alemania anotara uno de los dos goles que ha encajado La Roja en todo el torneo. Un centímetro de ventaja para Hector y gol de Stindl. Allí pactaron las tablas. Tenían todo clarísimo, tal como lo reafirmó

Presión Será una de las claves de Chile ante la vigente campeona del mundo

ese día Arturo Vidal en la zona de vestuarios, cuando le gritó a Joshua Kimmich “nos vemos en la final”.

“Ahora no nos sirve el empate”, explica Löw. “Tenemos que corregir algunas cosas. No nos pueden dominar como en el partido anterior. Tenemos que ser nosotros quienes presionemo­s al inicio”, aclara.

“No vamos a cambiar. Lo nuestro es someter al rival desde el inicio a la presión. Buscamos atacar siempre”, explica Juan Antonio Pizzi, técnico de Chile. Y si no pueden hacerlo, las piezas rojas se transforma­n de ejecutante­s a perros de presa que no descansan hasta recuperar el balón. ¿Para qué? Para volver a atacar.

La final de la Copa Confederac­iones enfrentará al equipo más joven del torneo con el más veterano. A la portería menos batida contra la delantera más eficiente. A Europa contra Sudamérica, una batalla que jamás pasará de moda. Al fútbol bonito contra el fútbol eficiente.

Las fuerzas son parejas y el pronóstico es reservado. Sólo existe una certeza: el espectácul­o estará garantizad­o hoy en San Petersburg­o.

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