La Real ha recuperado el orgullo de ser de la Real
Una generación entera de aficionados de la Real Sociedad no ha visto nunca a su equipo ganar títulos o jugar finales. A esos chicos que han sufrido con su Real más de lo que han disfrutado es difícil convencerles de que un día el conjunto txuri-urdin fue grande. De que ganó Ligas y jugó una semifinal de Copa de Europa ante el Hamburgo del gigante Hrubesch, que sólo le pudo dejar sin final con un gol en fuera de juego. De que le pitaban penaltis en contra y no pasaba nada, porque allí estaba Arconada. De que Celayeta, Gorriz, Kortabarria y Olaizola era una línea defensiva inexpugnable. De que Periko Alonso, Diego y el gran héroe realista Zamora sabían compenetrarse en mediocampo, cada uno con sus características. De que Idigoras ponía la velocidad, Satrustegui el remate de cabeza y López Ufarte el regate. Todos ellos dirigidos por el maestro Ormaetxea.
Aquel legendario equipo logró en los 80 que el orgullo por ser hincha de la Real traspasara comunidades y provincias. Aún hoy existe gente en toda España con un marcado sentimiento de pertenencia a este club. Eso mismo, la grandeza de apoyar a un equipo con tanta historia, se está recuperando en San Sebastián, en Guipúzcoa y en todo el país. Justo lo contrario que ocurrió hace poco, con el equipo vagando por Primera e incluso tocando fondo en
Entonces se reprodujo la tendencia fácil de hacerse simpatizante del Madrid o, en mayor medida, del Barça. Por suerte aquello está olvidado. La recuperación del club, el valor infinito de Zubieta y el trabajo excelso de Eusebio han hecho que los segundos equipos desaparezcan. Quizá cueste que los jóvenes hinchas de la Real celebren ligas como en los 80. No importa: su corazón ya siempre será txuri-urdin.