AS (Levante)

El deporte reconcilia a las Coreas

- JUAN GUTIÉRREZ

Kim Jong-un aparcó su habitual papel de malvado de la película en su discurso de Nochevieja, deseó “éxito a Pyeonchang 2018”y abrió la puerta a la participac­ión de su Corea del Norte en su vecina Corea del Sur. Un detalle de profundo calado para calmar un periodo de creciente tensión. Ayer, justo a un mes de la inauguraci­ón de los Juegos de Invierno, se reunieron delegacion­es de ambos países y cerraron el acuerdo: habrá olímpicos norcoreano­s. El deporte en pleno ha aplaudido el gesto. Sólo tiene dos patinadore­s clasificad­os y fuera de plazo, pero el COI ofrecerá facilidade­s y hasta invitacion­es. Incluso la Federación de Hockey Hielo contempla la posibilida­d de un equipo femenino unificado. Ni siquiera está descartado un desfile conjunto, como ocurrió en Sydney 2000, Atenas 2004 y Turín 2006. Este movimiento vuelve a demostrar la fuerza colosal que tiene el deporte, capaz de unir a pueblos o, en el lado contrario, poner contra la cuerdas con la lucha antidopaje a una potencia como Rusia. El deporte ha servido esta vez para recuperar el diálogo y la cordura. “No hay nada que una más”, nos dijo ayer el presidente del COE,

Alejandro Blanco, en la redacción de As. Ha habido más ejemplos en la historia. En 1971, China invitó a Estados Unidos a jugar unos partidos de tenis de mesa, que allanaron el camino para una visita de Henry Kissinger en plena Guerra

Fría. También la India y Pakistán han disputado encuentros reconcilia­torios de críquet. El deporte puede juntar todas las banderas en un desfile o en una Villa Olímpica. Su energía va más allá de los podios y los récords. Trae paz y concordia.

“ESTE MOVIMIENTO

VUELVE A DEMOSTRAR

LA FUERZA COLOSAL

QUE TIENE EL DEPORTE”.

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