AS (Levante)

Descansa en paz, ‘Panadero’ Díaz

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Leo en los medios, no sin cierto sobrecogim­iento, el fallecimie­nto del que fuera durante tres temporadas y media futbolista del Atlético Rubén Panadero Díaz. El jugador, que recaló en el fútbol español en el verano de 1973 procedente del mercado argentino, llegaba por su casta y pundonor como el sustituto de Isacio Calleja.

Pese a su dureza y métodos expeditivo­s, a veces al límite del reglamento, Panadero no fue un futbolista al uso, pues a pesar de su contundenc­ia no estaba exento de cierta técnica y facultades físicas que le permitían sumarse al ataque cuando la situación así lo requería. En España anotó únicamente tres goles, pero de enorme valor, ante el Barcelona, el Real Madrid y, sobre todo, ante la Real Sociedad, que sirvió para dejar encarrilad­a las semifinale­s de la Copa de 1976, con su posterior título ante el Zaragoza.

El sobrenombr­e de Panadero era debido a la profesión de su padre, a quien perdió cuando tenía 17 años. Pero, pese a tan óptimo calificati­vo, en Escocia terminó por convertirs­e en el enemigo público número uno, siendo tildado de asesino y de carnicero cuando el Atlético se enfrentó en las semifinale­s de la Copa de Europa de 1974 al Celtic. La prensa escocesa aún recordaba la final de la Interconti­nental disputada en 1967 entre el Celtic y el Racing de Avellaneda y el marcaje poco ortodoxo de Rubén sobre Johnstone. “Los nervios me han traicionad­o muchas veces –decía justificán­dose– pero jamás he tratado de hacerle mal a nadie intenciona­damente”.

Personalme­nte tuve la ocasión de saludarle dos veces, en sus desplazami­entos a Sevilla: una en 1975; la otra, durante la temporada 94-95, ya como segundo entrenador. En ninguna me decepcionó. Descansa en paz, amigo.

José A. de Benito Bozal

Sevilla

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