AS (Levante)

Jugaba al fútbol en la calle emulando a su referente, Sergio Ramos Oumar Diakite llegó en patera y ahora pelea por entrar en El Palo

Internacio­nal Sub-17 con Costa de Marfil, está a prueba en el filial del modesto club malagueño, que milita en Tercera

- MARIANO POZO

El joven de Costa de Marfil llegó a jugar en la selección nacional Sub-17 y estuvo a punto de perder la vida cruzando el estrecho en patera. Oumar Diakite repasa en AS la odisea vivida hasta llegar a donde intenta rehacer su vida y cumplir el sueño de jugar algún día en Primera División. Por lo pronto, el Centro de Deportes El Palo, modesto club malagueño que juega en el Grupo IX de Tercera División, le ha brindado la oportunida­d de jugar con su equipo filial. El sueño no ha hecho sino comenzar...

Se imaginan abandonarl­o todo? Dejar atrás familia, trabajo, amigos, toda una vida para empezar de nuevo en un lugar desconocid­o. ¿Imaginan arriesgar su vida para intentarlo? Poder perderla ahogado en el mar e incluso asesinado en el camino o golpeado para robarte lo poco que llevas, pero aún así, intentarlo. Luchar por un sueño…

Esa es la historia de Oumar Diakite, un joven de 20 años de Costa de Marfil, y es la historia de miles de desconocid­os que cada día tratan de cruzar el Mediterrán­eo para llegar a Europa.

Oumar Diakite jugaba habitualme­nte al fútbol en las calles de Beoumi, su ciudad natal, como cualquier niño del mundo, emulando a uno de sus jugadores favoritos, Sergio Ramos, y soñando jugar en la élite española. Fue en la calle donde le reclutaron la primera vez para las seleccione­s inferiores de Costa de Marfil y ha jugado en todas las categorías hasta llegar a la Sub-17. Lo que en un principio se convirtió en una gran noticia para la familia, dio un giro inesperado, “después de competir en Angola me di cuenta de que había un problema político en la Federación de fútbol”. El sueño se convirtió en pesadilla y fue el inicio del cambio en su vida: “Me pedían dinero para seguir en la Sub-17. No pude pagar, por lo que me quitaron la ficha y mi plaza en el equipo, incluso mi pasaporte”. El joven lateral derecho probó suerte en el fútbol marroquí, donde jugó en el SCC Mohammédia, pero la falta de documentos le impidió continuar.

Su ídolo

Obstáculos “Me pedían dinero para seguir en la selección nacional”

Duro golpe. Dicen que las desgracias nunca vienen solas y en el caso de Oumar se cumplió con la inesperada muerte de su progenitor: “Soy el hijo de la mujer más joven de mi padre y la situación familiar empeoró. Decidí irme porque no soportaba más”. Esa fue la chispa que hizo decidir a Oumar cambiar su vida y comenzó un largo viaje…: “Llegué a Mali después de un mes andando y trabajé allí más de tres semanas. Luego llegué a Mauritania”. Un día se le acercó un desconocid­o y le insinuó que tenía la forma de llevarle a España: ”Me dijo que fuese a Marruecos y que con una zodiac cruzaría el estrecho. Como España es el país de mis sueños, no podía dejar pasar esa oportunida­d”. Oumar dejó atrás Mauritania y llegó a pie a Marruecos durante interminab­les caminatas. El destino era Nador, precisamen­te allí fue donde pagó el viaje en patera hasta España. Llegó el esperado momento: “Un día viene alguien y te dice, es tu turno”. El punto de partida sería Alhucemas, desde allí echarían la patera al mar para iniciar la suicida travesía. “Cuando llegamos nos escondimos en unas cuevas. Estaban llenas de serpientes, una de ellas mordió a mi amigo que no murió, pero no pudo viajar. Horas después, salimos de la cueva y comenzamos a inflar la zodiac”, afirmó. Oumar estaba nervioso, no sabía si sobrevivir­ía a la locura que estaba a punto de cometer, pero estaba decidido. No iba solo, a la una y media de la madrugada subieron una a una a las 37 personas que iban a intentar cruzar el estrecho, incluido un bebé. Media hora después los abandonaro­n a su suerte.

En camino. El viaje había comenzado… El viejo motor de la zodiac apenas podía tirar de los pasajeros que abarrotan

la maltrecha embarcació­n de goma. El mar picado tampoco ayudaba, se movían muy lento teniendo en cuenta lo que tenían por delante: “Apenas nos desplazába­mos en el agua y llegaba una nueva ola que nos devolvía atrás, pero Dios nos ayudaba. Entraba mucha agua y la sacábamos como podíamos”.

La noche fue durísima. El frío y el temporal hacían presagiar lo peor. Pero amaneció y el sol les devolvió algo de calor y esperanza. A las tres de la tarde del día siguiente sucedió lo peor, el motor se paró y quedaron a merced de un mar que seguía enfurecido. “La situación era catastrófi­ca. Intentamos arreglar el motor, mientras tanto el agua nos zarandeaba de un lado a otro”, rememora. Tras horas de intentos desesperad­os, el motor resucitó y les devolvió la esperanza, aunque el fuerte temporal era superior a la fuerza que ejercía el propulsor y seguían a la deriva: “El agua ya nos pasaba por encima, pensé que había llegado el final y que mis sueños acabarían en el fondo del mar”.

Cuando lo daban todo por perdido, el mar se calmó y apareció en el horizonte Salvamento Marítimo, que acudió a su rescate. “Nos salvaron de una muerte segura”, asegura Diakite.

Era 17 de noviembre de 2017 cuando Oumar pisó por primera vez suelo español: “Llegamos al puerto y ese mismo día nos mandaron a un calabozo y estuvimos allí tres días”. Poco después conoció a alguien que ha sido clave en su vida: “Paco Martínez es una persona extraordin­aria. Habla bien francés y nos ayuda mucho a todos los inmigrante­s. Me ha aconsejado como un padre”. Después de una serie de contactos de su nuevo amigo, Diakite logró una prueba en un equipo de Málaga, El Palo, de Tercera División. El costamarfi­leño causó una grata impresión en el seno del club paleño y podrá militar lo que resta de temporada en el filial si consigue solucionar su situación legal.

Experienci­a Jugó en Marruecos, pero la falta de documentos le impidió quedarse

Busca trabajo. Ahora pasa gran parte del tiempo entrenándo­se para recuperar la forma física y espera conseguir un trabajo con el que lograr ingresos: “Necesito ayuda, nadie deja su casa y pasa todo esto si no sufriera una difícil situación. El fútbol es mi pasión y me he jugado la vida para llegar aquí e intentar jugar algún día en Primera. Ese es mi reto y sé que lo voy a conseguir”.

Oumar Diakite le pone cara a esas miles de personas que cada día arriesgan la vida y en muchas ocasiones la pierden. Se lanzan al mar en busca de esperanza. La esperanza de Diakite es España y el fútbol. Su sueño no ha hecho más que comenzar...

Sacrificio Tuvo que andar más de un mes para llegar hasta Mali

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