AS (Levante)

Toño falló, Neto paró

Mina dio al Valencia su tercera victoria consecutiv­a

- CONRADO VALLE LA CRÓNICA

Lo que Toño falló, Neto lo paró. Ahí estuvo la diferencia, en el hacer de uno y otro portero. En ellos y Santi Mina, que primero aprovechó un preciso centro de Montoya para hacer el 1-0 y después el error del guardameta de la Real para el 2-1, un Toño que empezó con el pie torcido su mes de sustitució­n por lesión de Rulli. El Valencia reinvindic­ó con su tercera victoria consecutiv­a su condición de aspirante a estar en Champions; la Real se dejó en Mestalla esos puntos que acaban siendo necesarios para pelear de verdad por estar en Europa el año que viene.

La Real Sociedad saltó a Mestalla sin más secuelas de Salzburgo que las físicas. Los donostiarr­as hacian rondos a todo lo que le daba el campo. Eusebio quería la pelota y el Valencia se la entregó. El pucelano, por más ruido de tambores que escuche a su alrededor, no traiciona su estilo. Su problema fue que durante toda la primera mitad el balón lo tuvo lejos de Neto. Ello hacía que sintieran cómodos los blanquineg­ros, que son más de esperar el fallo cual ladrón un despiste y podían jugar a ello.

Con tales premisas, el partido estaba en modo cámara fija de un documental de la ‘2’: esperando a que pasara algo. Y lo que pasó, más allá de un disparo lejano de Coquelin, fue que Mina remató a la red un centro de Montoya. Décimo gol del gallego en Liga, que ya no es suplente de nadie sino titular de Marcelino. Precisa y reivindica­tiva la asistencia del lateral, abjetivo

El error Toño dejó el balón a los pies de Mina en el área pequeña en el 2-1

al que le dieron fuerza los golpes en su pecho con los que celebró su acción. A la Real Sociedad se le derretía su hasta ese instante frío fútbol.

Como quiera que el Valencia no supo darle la puntilla, la Real regresó del vestuario vivo y con un plus de intensidad en la presión y en la circulació­n. Con Canales e Illarra asumiendo el mando. En esas llegó el ya habitual descuido de la zaga che, ésta vez en la persona de Murillo. Mikel Oyarzabal batió a Neto. Séptimo gol en su cuenta; 13º jornada seguida en la que el Valencia es incapaz de dejar su portería a cero. No es un mal, es una epidemia.

Los donostiarr­as habían hecho algo difícil: igualar el marcador sin morir con una contra en el intento. Además no se veía a un Valencia felino. Ni Soler ni Guedes tenían cuerda y solo Montoya y Coquelin metían chispa. Marcelino entendió que el ímpetu de Zaza era necesario y, causa, efecto o casualidad, sólo un minuto después de aparecer el italiano: recuperaci­ón, centro de Rodrigo y gol de Mina. Eso sí, y ahí sin casualidad alguna, el gol llegó por mayúscula pifia de Toño, que regaló el balón al gallego tras no blocarlo.

La Real, pese a tal mazazo, no se fue de Mestalla. Pero, a diferencia de Toño, Neto estuvo soberbio cuando su equipo le necesitó. Primero estirándos­e hasta el palo para sacar casi de dentro un balón tras disparo de Canales; después, en el rechace, sacando su codo por reflejos para evitar el gol de Bautista. Ahí tuvo la Real el empate, ahí ató el Valencia la victoria. Con sufrimient­o, pero 49 puntos, que diría Marcelino.

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DECISIVO. Neto contribuyó al triunfo del Valencia con su paradas, como la de la imagen ante Oyarzabal.
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