AS (Levante)

El capricho de Zidane le cuesta muy caro al Real Madrid

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

Frenazo en seco. El Real Madrid había marcado 30 goles en las últimas siete jornadas. En Cornellá, salvo el primer cuarto de hora, se vio la versión espesa e insípida del conjunto blanco. Nada de nada. Gerard Moreno hizo justicia a la ambición de Quique. Los destellos en forma de taconazos y controles de Isco, Lucas y Asensio fueron esta vez fuegos artificial­es. Entre Marcos Llorente y Kovacic no hacen un Casemiro. Una nueva invitación a acercarse en la tabla y a Barcelona y Atleti a alejarse aún más. El Espanyol escapa del descenso y se erige en matagigant­es. Ha ganado este año a Madrid, Barça y Atlético.

El enigma Cristiano. Uno puede entender que los grandes jugadores piensen en el Mundial y acepten bajar el número de minutos de juego durante la temporada. Hasta Zidane reconoce que él pasó por lo mismo. Lo que resulta incomprens­ible desde el punto de vista técnico es que, cuando Cristiano Ronaldo ha cogido su velocidad de crucero goleadora, no esté en la convocator­ia para desatas- car a su equipo o para meter miedo al rival. El Madrid necesitaba llegar a París con sus constantes vitales en su punto más alto y con su vuelo liguero intacto. Un capricho innecesari­o por parte del técnico francés.

Bale no es CR. La sensación de peligro del Real Madrid cuando Cristiano Ronaldo no está en el campo baja de manera alarmante. Bale procuró ser el de Gales, pero sin galones. En el Madrid no le da ni para tirar las faltas. Vino a recibir casi hasta el centro del campo de tanto que se aburrió, tiró algún desmarque al espacio, pero toda la trampa de Quique se basaba en evitar el juego interior del Madrid. Ayudó más sin balón que con él. Por muchas condicione­s que tenga, nunca será Cristiano.

El vacío Neymar. Han sido tantas las expectativ­as puestas sobre el brasileño desde su llegada a París, que su segura ausencia en el partido de vuelta ante el Madrid, ha abierto un sentimient­o de orfandad impropio de un club que pretende ser grande. Di María no es tan genial como Neymar, pero garantiza más trabajo de equipo y una capacidad para competir en los partidos grandes que en el Real Madrid conocen muy bien. El fideo se alarga en las grandes citas.

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