AS (Levante)

Al Khelaifi se debate entre Mourinho y Simeone

Tiene muy claro que quiere mano dura en el vestuario

- POR MARCO RUIZ

Gran parte de la Prensa francesa ponía ayer en cuestión la continuida­d de Emery al frente del banquillo. El técnico vasco no quiso contestar a las preguntas sobre ese tema. “Hay que pensar en frío”, se escudaba, “perder en octavos es una gran decepción, pero hacerlo ante el Madrid no lo es”. Sin embargo, Al Khelaifi se mostró un poco más contundent­e: “No voy a decir nada esta noche”, decía el presidente nada más terminar el encuentro a la tele con derechos, aún en caliente, después de haber regalado al realizador durante el partido una colección de gestos en los que se le veía muy superado por la situación. “Esto se tiene que arreglar dentro del vestuario. Luego ya hablarán los jugadores, estoy muy cabreado”. Después, ya en los angostos pasillos del Parque de los Príncipes donde se ubicó la zona mixta, reflexionó: “Hay que tener calma y ver qué podemos hacer y cómo podemos mejorar el equipo. Es una enorme decepción para todos”.

Y van dos seguidas, porque lo del 4-0 remontado hace un año en el Camp Nou fue un varapalo, si cabe, aún mayor. Después de aquello la primera intención de Al Khelaifi era buscar un nuevo técnico, pero no había ninguno en el mercado que mejorara las prestacion­es de Emery. Ahora, el directivo pondrá en marcha el plan B que tenía en la cabeza. Mourinho es su hombre. Quiere mano dura en el vestuario para hacer que su constelaci­ón de estrellas funcione. Un hombre con más personalid­ad que los astros a los que compra a precio de oro.

El otro nombre que hay en la recámara es Simeone. El entorno del técnico ya ha sido sondeado al respecto. Hay una tercera opción, esta mucho más alejada, y es la vuelta de Ancelotti. Pero el italiano prefiere coger a un equipo de la Premier y Al Khelaifi quiere un perfil más duro.

Emery

“Perder en octavos es una decepción pero, ante el Madrid, no”

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 ??  ?? SINTOMÁTIC­O. Al séptimo año y después de gastar más de 1.000 millones, tampoco fue posible.
SINTOMÁTIC­O. Al séptimo año y después de gastar más de 1.000 millones, tampoco fue posible.

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