AS (Levante)

El Di Stéfano del siglo XXI

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Un Athletic respetable. Siempre valoré el mérito del

Athletic. Sus leones han sobrevivid­o en la jungla del fútbol pese a jugar muchas veces sin armas para defenderse en las mismas condicione­s. Ya sé que fue su apuesta y palos con gusto no duelen, pero sigue estando, junto a Real Madrid y Barça, en ese club privilegia­do que siempre estuvo en Primera. Mi abuelo Fernando, un manchegazo de 1,85 que amaba al Athletic, me hablaba siempre de su raza y recuerdo de niño las veces que me nombró a Telmo

Zarra. Bastantes. Llegó a ser el Pichichi nacional de su época en numerosas ocasiones. Y metió el gol a Inglaterra en el

Mundial de Brasil (1950) que Matías Prats narró por radio a toda España hasta convertirl­o en un hecho excepciona­l que ha quedado para la memoria de este bendito país. Zarra era tan bueno que fue capaz de meterle 16 goles al Madrid en sus numerosos enfrentami­entos. Una cifra que parecía inalcanzab­le. Hasta que apareció por aquí un tal Cristiano Ronaldo...

El Di Stéfano del siglo XXI.

Eso es Cristiano. Para mi padre y para la gran mayoría de su generación ha sido Di Stéfano el jugador más completo y determinan­te del siglo XX (ganó cinco

Copas de Europa seguidas y marcó en las cinco finales...). Y para los de mi generación y las venideras será Cristiano el mejor futbolista del siglo XXI. Su ansia por ganar no entiende de recesos. Si juega (qué pena que sus necesarias rotaciones nos hayan privado de él varios partidos) va a tope con todas las consecuenc­ias. El equipo parecía resignado al 0-1, salvo el portugués, Lucas Vázquez y Sergio Ramos, y allá llegó el taconazo mágico del vigente y futuro Balón de Oro. Un taconazo tan sutil como efectivo. Quizás era el único recurso para batir a Kepa, que presentó su currículum a Zidane no para pedirle trabajo, sino para decirle: “Míster, vea usted lo que se ha perdido conmigo...”. El caso es que Cristiano evitó una sangría mayor en el Bernabéu, que viene de empatar el derbi (1-1), perder con la Juve (1-3) y empatar con el Athletic (1-1). Su gol es el número 42 de su cuenta esta temporada, tantos como metió en toda la temporada pasada. Y quedan hasta ocho partidos por disputarse (cinco de Liga y tres de Champions si llegamos a Kiev). O sea, que con 33 años mete más goles que con 32. Se ha tomado el elixir de la eterna juventud. Peter Pan con botas.

Capitán Ramos. Tuvo mucho trabajo ante Williams, un delantero moderno cada vez más resolutivo, y Raúl García, dicen que un ángel fuera del campo pero un demonio dentro de él. El capitán jugó su 388 partido en Liga, con lo que ya está en el top ten histórico del Madrid. Y en total acumula 558 encuentros de blanco, a sólo uno de

Míchel y a tres de Pirri. El líder del campeón de Europa suma y sigue. Y que nos dure...

Bayern, allá vamos. Eso me transmiten mis merengues de guardia. A pesar de estos últimos pinchazos están seguros de que el equipo dará el callo ante los bávaros, a los que veo muy creciditos. Me lo recuerdan los peñistas de la Plana Blanca (Castellón), Cerdanyola del Vallès (Barcelona), Iluro de Mataró y Carcaboso (Cáceres). Y me trasladan su ilusión vikingos de corazón como Cristof Jasinskj, que llegó ayer desde su Polonia natal para ver el partido y poder ir el sábado al funeral de Fede

Cano, el entrañable amigo de la peña de ‘Los Dos’ que nos dejó hace justo un año. Juan Antonio

Cobos mantiene ahora su legado. Dos madridista­s de bandera.

Un golazo de tacón del de siempre evitó que el Madrid sumase otro pinchazo ante su afición en el Bernabéu. No jugó mal a una semana del Bayern, pero Kepa fue mucho Kepa. Porterazo.

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