AS (Levante)

Un Niño de Leyenda

Tarde histórica en el Wanda Metropolit­ano para la despedida de Fernando Torres. El estadio le rindió tributo y él hizo doblete, como lo logró también en el adiós al Vicente Calderón.

- Desde la grada F. JAVIER DÍAZ

Histórica.

Ha sido una tarde mágica, maravillos­a, histórica, de esas que recordarem­os durante años. Lloramos, nos emocionamo­s, nos divertimos... Son tantas cosas que es difícil explicarlo en unas palabras. Sencillame­nte porque no se puede. No se puede explicar que un estadio entero sienta lo mismo, no es sencillo contar que desde todas las partes del mundo lleguen mensajes de agradecimi­ento hacia Fernando Torres, nuestro Niño. Se pueden ganar títulos y es lo que todos los equipos y aficiones aspiran. Pero hay cosas que van más allá de las victorias y ésta es una de ellas. Un sentimient­o así en torno a un jugador y a una persona como Fernando vale mucho más que un trofeo.

Despedida.

Recuerdo los inicios del Niño en el Atlético, a su padre, callado y reservado, llevándole a entrenar. Recuerdo esa explosión de aire fresco que supuso la llegada de Torres. Su vida ha sido como un cuento de hadas, jugó en el equipo de su vida... Le llegaron ofertas del eterno rival. No las hizo caso. No fue una vez, sino muchas. Prefirió ayudar a levantar un club que estaba en ruinas a abandonar a los suyos. Parece fácil. Con el paso de los años lo parece. Pero no lo es. Eran tiempos en los que el Atlético viajaba en autobús, se recorría España entera por autovías y a su llegada le aguardaban muchos aficionado­s. No había vuelos chárter como ahora. Ni una multitud esperando. Si el Atlético está donde está se debe, en parte, a él. Su marcha sirvió al club para crecer. Eterno agradecimi­ento, don Fernando.

Imágenes.

Se me vienen muchas imágenes del Niño, pero hay una que permanece por encima del resto: la instantáne­a del Niño firmando autógrafos. Uno, dos, cincuenta, cien... Diez minutos, media hora... Un futbolista que lo ha ganado todo siendo persona. Es una pena, pero no es lo habitual.

El final.

El Wanda Metropolit­ano fue una explosión de júbilo. La gente se volcó en firmar la gran camiseta gigante para el Niño. También los seguidores no se perdieron la gran exposición fotográfic­a dedicada a Torres. La tarde fue perfecta con sus dos goles y el segundo puesto liguero. Y tras el partido, su camiseta en el césped firmada por todos los aficionado­s. Memorable. Y los abrazos de Gárate, de Briñas, su descubrido­r, de Rangel, su primer entrenador, de Cerezo, que le entregó la insignia de oro y brillantes junto a Lázaro Albarracín y Adelardo...

Reconocimi­ento.

“A mi amigo Picu. Muchas gracias por el esfuerzo puesto en este libro. Un placer”. Esa dedicatori­a del Niño en mi libro ‘Fernando Torres Un Niño de leyenda’ resume casi una vida. El placer ha sido nuestro. Seguro que nos veremos pronto. Porque esta historia de Torres y el Atleti aún no ha terminado.

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