Diez horas en coche para ganar como repescado
Trungelliti hizo 1.035 km desde Barcelona y venció a Tomic
La de Marco Trungelliti es la historia que mayor interés ha despertado hasta ahora en Roland Garros. El argentino de 28 años y 190º del mundo perdió en la tercera ronda de la previa contra el polaco Hurkacz y se marchó a Barcelona, donde reside, sin pensar que la suerte podía darle la oportunidad de jugar por tercera vez en el cuadro final del Grand Slam parisino.
El domingo, Nick Kyrgios anunció que no participaría en el torneo y fue así como Trungelliti se convirtió en el décimo repescado (llamado en el tenis lucky loser o perdedor afortunado) de la fase de clasificación (ver tabla). Y es que este año han aumentado las renuncias en la primera ronda, con el consiguiente descenso de los abandonos en juego, gracias a la nueva norma que dicta que si un tenista se retira antes de su primer compromiso percibe la mitad del premio que se le da al perdedor (40.000 euros en primera ronda) y el repescado se lleva la otra mitad. Antes, quien no jugaba no cobraba.
Trungelliti recibió la llamada de la organización y no se lo pensó dos veces. Su familia y él
Cambio Ahora el que se da de baja reparte a medias el premio con el repescado
cogieron el coche en Barcelona y pusieron rumbo a París: 1.035 kilómetros y diez horas de viaje para llegar a tiempo de firmar una hora antes del fin del plazo estipulado para el registro antes del partido contra Bernard Tomic, que arrancaba a las 11:00.
El esfuerzo merecía la pena, porque a los 21.000 euros ganados por llegar a la tercera ronda de la qualy, solo por jugar ante el australiano sumó otros 20.000. Además, pese al cansancio, delante de su abuela, Lela, de su madre, Susana, y de su hermano, André, Trungelliti venció a Tomic (6-4, 5-7, 6-4 y 6-4). Tiene garantizados 79.000 euros más aunque pierda en segunda ronda ante Cecchinato. Acumularía 120.000, mucho más de lo que ha ganado este año (30.100). “Mi abuela tenía costumbre de armar viajes con mi abuelo en cinco minutos y así lo hicimos. Yo manejé (conduje) cuatro horas”, contó Marco. Así es la vida de la clase media del tenis.