AS (Levante)

Hierro, Busquets y los desórdenes a corregir

El buen juego del debut no ocultó síntomas adversos

- DE JAVIER SILLÉS

El retroceso. España combatió la conmoción con una actuación ilusionant­e frente a Portugal, aunque la noche de Sochi avisó sobre algunos desajustes a corregir. Le persiguió el mal repliegue ante transicion­es del rival. Dos situacione­s generaron desórdenes considerab­les. La primera lectura está relacionad­a con la posición de Busquets. La Selección no renunció a presionar y el mediocentr­o se colocaba para recuperar en línea con los interiores (Koke e Iniesta). Una postura arriesgada en caso de no robar como ocurrió en el primer tiempo ante Portugal. Busquets sólo interceptó un balón y ganó uno de sus cuatro duelos defensivos.

Grieta en el medio. Detrás de Busquets se producía la abertura. Portugal dejaba descolgado a Cristiano y Guedes (o Bernardo Silva) para atacar su espalda y medirse en individual con Piqué y Ramos. La altura de los laterales españoles (Nacho y Jordi Alba) también facilitó las contras portuguesa­s (once en todo el partido). Hierro acabó por rectificar durante el encuentro este escenario espinoso mandando a los centrales intentar anticipar y conteniend­o a uno de los interiores o de los laterales para estar mejor preparado de cara al balance. España afrontará un contexto similar contra Irán, un combinado que promedia 14 contraataq­ues por choque y con buenos corredores como Azmoun y Ansarifard. Azmoun recibe por dentro y divide desde el pase. Faena para Busquets, Piqué y Ramos.

El juego directo. A la Selección también le costó gestionar los envíos en largo y las segundas jugadas pese a que el reparto de duelos aéreos, un baremo indicativo en este tipo de acciones, estuvo igualado (el 51% para Portugal y el 49% para España). Los dos primeros goles en contra tuvieron esa raíz. Nacho no saltó con Guedes y Koke y Busquets permitiero­n la recepción de Cristiano antes del penalti del 1-0. En el 2-0, Ramos midió mal y luego no encimó lo suficiente a Guedes y a Cristiano en la continuaci­ón (ver imagen).

En clave iraní. La selección persa no acostumbra a demorarse en la elaboraicó­n y sale con desplazami­entos profundos. Con apenas un 36% de posesión, acumuló 63 balones de larga distancia contra Marruecos. El central diestro Pouraligan­ji se consolidó como su lanzador más habitual (cinco envíos buenos de 11 intentos). El espíritu competitiv­o de Irán también se percibe en su peligro a balón parado. Los de Queiroz rematan la mitad de estas acciones y han marcado de estrategia cuatro de sus nueve goles en este 2018 (el 44% del total). El 41% de sus centros laterales y saques de esquina se dirigen al punto de penalti, el 26% buscan al área pequeña, el 22% van al segundo palo y el 11% terminan a la corta, según datos de InStat. Irán acumula cinco o seis hombres como posibles finalizado­res.

Posible bloqueo. Queiroz trabaja variantes muy diversas en los córners. Una opción a la que saca partido es utilizar a Masoud y Haji Safi en el bloqueo. Ambos se mueven con la intención de obstaculiz­ar y despejar el camino a los cuatro compañeros que entran desde atrás (Cheshmi, Pouraligan­ji, Ansarifard y Azmoun).

Piqué, de libre. Hierro, como Lopetegui, se protegió con una defensa mixta en el balón parado. Diego Costa custodió el primer palo y Ramos, Busquets, Nacho, Isco y Koke fijaron al hombre. Piqué hizo de libre para sujetar la frontal del área pequeña.

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