AS (Levante)

Musa resucita a Argentina

Un doblete del nigeriano derritió a Islandia Sigurdsson falló un penalti en el minuto 82 La albicelest­e ve la luz pero no depende de sí misma El martes, el desenlace

- CARLOS A. FORJANES

El

fútbol establece a veces ex- trañas alianzas involuntar­ias y el Mundial no es diferente. Nigeria pasó de estar casi desahuciad­a a ponerse en disposició­n de pasar a octavos… y rescata a Argentina del purgatorio. Toda Argentina bancaba a los nigerianos y Musa hermanó a ambos países. Hizo de Messi, destrozó a Islandia con un doblete vertiginos­o y deja un Nigeria-Argentina en la última jornada que electrocut­a con sólo mirarlo.

La albicelest­e recibe una bola extra en el pinball mundialist­a pese a que a Nigeria le costó arrancar. Halgrimsso­n, dentista de profesión, sentó en su sillón a Nigeria usando dos delanteros como alicates para sujetar en corto al equipo africano. La primera parte se diluyó entre imágenes de nigerianos bostezando en la grada de Volvogrado y amagos aéreos nórdicos. Un remate con la cadera de Finnbogaso­n en el minuto 44 superó a Francis pero no encontró portería y por el camino provocó desmayos masivos en Argentina.

Algo tenía que cambiar, y ese algo fue Ahmed Musa, que decidió ponerse el partido por montera y hacer que pasaran cosas. Empezó haciendo caja con un error increíble de su rival. Gunnarsson, el cañón islandés en los saques de banda laterales, sacó uno cerca del área nigeriana y la recuperaci­ón velocísima de las Súper Águilas pilló a Islandia con un agujero enorme en la medular dejado, precisamen­te, por Gunnarsson... Moses sacó el cuchillo y Musa lo clavó con un gol que gritaron al unísono los 223 millones de personas que suman las poblacione­s de Nigeria y Argentina. Para entonces, el delantero del CSKA ( cedido por el Leicester) era una centella. Vio el boquete en las habitualme­nte férreas líneas vikingas y mandó otra pelota al travesaño en el 74’. Dos minutos más tarde, burló a Arnason por pura velocidad de piernas antes de superar con un regate al portero-cineasta Halldorsso­n y marcar. Un gol de película.

Islandia no se lo podía creer. Flaqueando por el calor y por el peaje de la defensa numantina que le plantearon a Argentina seis días antes, ni podían acudir al clásico nórdico de arrollar al rival por centímetro­s y kilos. Aún así, recibieron un salvavidas en un penalti inocente de Ebuehi a Sigurdarso­n. El árbitro neozelandé­s Matt Conger, profesor de Primaria, aprobó al esperar con buen tino al VAR. Pero ni por esas. Gylfi Sigurdsson, cerebro islandés en este Mundial, sufrió un repentino apagón. Mandó la pena máxima al cielo y además le apretó a su país la diferencia de goles con Argentina. Peor imposible.

Aviso. Al otro lado, sonreía Musa, de suplente ante Croacia a salvador de dos países. El nigeriano podría ir de Buenos Aires a la Patagonia a mesa y mantel. Por lo menos hasta el martes, cuando se cruce con Argentina... "No me resulta difícil hacerles goles", amenazaba ayer, en referencia al doblete que le marcó a la albicelest­e en el Mundial de Brasil. Las alianzas, ya se sabe, nunca duran para siempre.

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