AS (Levante)

España ataca por la izquierda y Rusia vuela a la contra y por alto

Jordi Alba, Iniesta e Isco suman 349 pases entre sí Los rusos llegan con más desgaste: han corrido 20 kilómetros más

- JAVIER SILLÉS

La Selección se presenta en octavos cargada de dudas. Sus problemas en las transicion­es defensivas chocan con el poderío de Rusia en el juego de contraataq­ue (14 por partido). La presión no funciona, con Piqué y Ramos a mucha distancia. En ataque sólo se reconoce por la banda izquierda. Silva, apagado (1,7 regates por duelo). Los de Cherchesov representa­n un peligro a balón parado (cuatro goles). También España...

Opuestos. Tocada como llega a octavos, sin indicios de las cualidades que un día la encumbraro­n, España encarará un nuevo desafío ante

Rusia, un rival muy diferente en lo que propone respecto al estilo de la Selección.

Es el anfitrión un equipo preferente­mente físico y de sacudidas eléctricas. Rusia acumula 331 kilómetros, 20 más que España, y el grueso de sus centrocamp­istas y mediapunta­s (Zobnin, Gazinskiy, Samedov, Golovin y Cheryshev) registran casi 12 km por partido, una cifra altísima.

En estampida. Rusia apuesta por el juego de transición con independen­cia de a quién se enfrente. Su media de contraataq­ues alcanza los 14 por choque (con Arabia Saudí llegó a los 19). Espera en bloque con un 4-4-1-1 y busca recuperar con Zobnin y Gazinskiy (15 robos entre los dos). Golovin, con un gol y dos asistencia­s, destaca como último pasador (nueve balones de finalizaci­ón). A España le ha costado responder a estas situacione­s durante la fase de grupos (35 contras rivales) por el aislamient­o defensivo de Piqué y Ramos.

Descompens­ación. La Selección, en cambio, no se aparta de su idea de posesión total. Nadie da más pases en el Mundial (795 por duelo, 379 más que Rusia) ni acumula tantos ataques posicional­es (210). Casi todo sucede por la izquierda... Ramos inicia y enfoca a Alba, Iniesta e Isco (349 pases suman los tres entre sí). En el otro costado, se echa en falta el atrevimien­to de un apagado Silva (1,7 regates por encuentro).

En el otro bando. Es común ver a Rusia desplegars­e por su ala derecha. Con la defensa rival colocada, los de Cherchesov llevan

sus incursione­s ofensivas por este lado (89 jugadas y cuatro goles desde ese perfil). El buen pie del lateral

Fernandes (86% de precisión en la entrega) y los envíos al área de Samedov (15 ante

Egipto) promueven esta inclinació­n.

Presión fallida. Inquieta el poco pulso de España en la recuperaci­ón tras pérdida. La distancia entre los centrales y el resto perjudica la cohesión del bloque. Sólo

Busquets y Carvajal presentan números interesant­es de balones intercepta­dos y robos en campo rival (cuatro de media).

En las alturas. No sería extraño que Rusia pretendier­a sortear la previsible presión española con desplazami­entos aéreos. El gigantón

Dzyuba (1,96 metros) resulta una escapatori­a idónea. La combinació­n Akinfeev-Dzyuba, portero-delantero, es la tercera más repetida en el combinado ruso. La insólita debilidad de Ramos, que ha perdido casi la mitad de sus disputas por alto, podría suponer un grave contratiem­po para España. Los centrales Kutepov e Ignashevic­h han mandado 33 balones en largo.

La estrategia. Los de Cherchesov amenazan a balón parado (cuatro goles). Los habituales lanzadores son Samedov, Zhirkov, Golovin y Cheryshev y diez de los 18 córners que han ejecutado fueron al primer palo. España, que defiende con Piqué como libre estas acciones, viene de encajar ante Marruecos desde la esquina, con Ramos señalado. En el otro área, también sufre Rusia, que suele dejar un hombre en cada palo para protegerse (Samedov y Zhirkov). Le rematan en el 50% de las jugadas. España ya ha demostrado su poderío en la pelota parada...

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