MotoGP, un espectáculo único
El sueño de Carmelo
Ezpeleta se materializa. El CEO de Dorna, promotor del campeonato de
MotoGP, quería reunir a los mejores pilotos, las grandes marcas y las motos más rápidas en un categoría en la que la igualdad fuera la mayor posible, siempre considerando que quizá la absoluta resulte una utopía. Y lo ha conseguido. La carrera de Assen confirma que MotoGP es algo único, un espectáculo sin parangón capaz de divertir tanto como de emocionar. Lástima que el circuito holandés ya no sea lo que era y también que la coyuntura haya sacado el motociclismo, como tantos otros deportes, de la televisión en abierto, porque por lo demás la exhibición de talento se antoja inconmensurable. Épica en la lucha por una victoria que merecieron, sin duda, algunos pilotos más que el propio ganador.
En efecto, se impuso Marc
Márquez en Holanda con una nueva actuación prodigiosa, aunque me atrevería a decir que, en esta ocasión, es casi lo de menos (algo que él no compartirá, lógicamente). Lo grandioso del GP de Holanda fue comprobar como los héroes siguen existiendo, que hay hombres capaces de desafiar a la lógica persiguiendo su ambición, refrendando que el deporte supone la materialización
del afán de superación y el esfuerzo, el único camino hacia la gloria. Rossi, Viñales,
Rins, Lorenzo, Dovizioso, el mismo Márquez... Pilotos tanto jóvenes como veteranos en un gran duelo que no es generacional sino sólo de valientes, haciendo cosas imposibles sobre una moto para deleitar a todos los aficionados de un espectáculo difícil de igualar. Al menos con unas ruedas y un motor...