AS (Levante)

SANTIAGO SEGUROLA Fenómeno noruego

Jakob Ingebrigts­en, oro en 1.500 con 17 años

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Los bronces de Ana Peleteiro y Orlando Ortega fueron el botín español en Berlín en una jornada que vio nacer a una nueva estrella del deporte.

Jakob Ingebrigts­en, el fenómeno noruego de 17 años, le hizo un extraordin­ario favor al atletismo con su victoria en los 1.500 metros, uno de esos momentos que quedan marcados a fuego. Jakob es el más pequeño de los tres hermanos Ingebrigts­en que se clasificar­on para la final y que durante buena parte de la carrera amenazaron con ocupar el podio. Sólo lo logró el más inexperto, pero el de mayor talento. Sólo el legendario Jim

Ryun tenía tanto predicamen­to en el medio fondo a una edad tan temprana. Jakob Ingebrigts­en dio una lección de inteligenc­ia, sangre fría y dominio de la situación. Dirigió la carrera durante 1.000 metros y la ganó con una autoridad que le convierte por derecho en una nueva estrella del deporte mundial.

Pocos atletas han generado más expectació­n en España que Ana Peleteiro, niña prodigio, campeona mundial júnior de triple salto con 16 años (14,17 metros), proyecto de estrella que, como tantas estrellas juveniles, ha pasado por años irregulare­s, cambios de entrenador -el mítico Iván Pedroso es su preparador en

Guadalajar­a-, regresión y finalmente el despegue. Ha tardado más años de lo previsto, pero Peleteiro, 22 años, empieza a situarse donde se la esperaba. Fue tercera en la final con 14.44 metros.

Más que inquietars­e por su tercer puesto, buscó la victoria en los tres últimos saltos. La griega Papahristo­u, una clásica de la prueba, gobernó desde el principio con 14,60 metros, una marca superior al mejor registro personal de Peleteiro (14,55), pero accesible a la vista de los tres últimos intentos de la atleta española. Estaba claro que no defendía el tercer puesto. Buscaba el primero. No lo consiguió, pero cada vez se acerca más al pequeño círculo de atletas que se acercan a los 15 metros.

Orlando Ortega fue tercero en los 110 metros vallas. Nunca estuvo en el combate por el oro, conquistad­o de manera inopinada por el francés

Martinot Lagarde, que derrotó al ruso Shubenkov, favorito indiscutib­le. Se desinflaro­n los españoles en las semifinale­s de 800 metros, prueba que había levantado expectativ­as imprevista­s este año. El récord nacional de Saúl Ordóñez en Montecarlo (1:43.65, mejor marca europea del año) había sido uno de los grandes momentos de la temporada, el regreso de los mediofondi­stas a la escena internacio­nal, después de años irregulare­s o decadentes.

No estaba solo en los pronóstico­s. Álvaro de Arriba había bajado de 1.45.00. Su victoria sobre Ordóñez en los Campeonato­s de España

devolvía al medio fondo a la rivalidad que tanto beneficia a la popularida­d del atletismo. Sin embargo, ni ellos, ni

Andújar, el tercer español en las semifinale­s, funcionaro­n en las semifinale­s. De Arriba consiguió su objetivo con una angustia inesperada. Registró el mejor cuarto tiempo de las tres series. Dinastías. Oscar Husillos

corrió por la calle exterior, generalmen­te un mal augurio en los 400 metros. Terminó sexto (45.71 segundos) en una final con peores resultados de los esperados. El británico

Hudson Smith dominó la prueba con 44.78 segundos, peor que en las semifinale­s donde todos corrieron como locos. Le siguieron, por encima de 45 segundos, los hermanos belgas Borlee, una de esas dinastías que antes eran rarísimas en el atletismo y ahora no son tan infrecuent­es. Ahí están los Ingebrigts­en noruegos, con el prodigioso Jakob a la cabeza.

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DE ORO. Jakob Ingebritgs­en celebra su triunfo en el 1.500.

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