Un Valencia valiente, con identidad y con química con Mestalla
El Valencia le hizo tres ocasiones más un gol a un Atleti que solo encajó 22 en la pasada Liga. Marcelino acabó con tres delanteros: Rodrigo Moreno, Kevin Gameiro y Batshuayi,
Identidad. El Valencia demostró contra el Atleti sus credenciales. También que le falta un extremo, llámese Guedes.
Fue un Valencia reconocible, con el sello que le ha implantado Marcelino desde su llegada. Fue de menos a más en el control del partido, jugando a su favor la prórroga de Tallin.
El Valencia, que se enfrentaba a un supercampeón de Europa, al que le hizo el correspondiente pasillo porque lo cortés no quita lo valiente, buscó con ahínco el empate cuando el Atleti se adelantó -aprovechándose Correa
de un error posicional de Piccini
(que se olvidó de estar en línea con el resto de compañeros)- y después, tras el gol de Rodrigo,
fue a por la victoria sin especular. Marcelino acabó con tres delanteros tras la entrada de Batshuayi y el Valencia se quedó a pocos centrímetros de la victoria, los que separaron a Gabriel
del gol tras remate de cabeza que repelió el palo o los que le faltaron a Wass y Gameiro para superar a Oblack en sendos disparos rasos. Claro que el Atleti tuvo las suyas, pero hacerle tres ocasiones y un gol (además tras adelantarse) a un equipo que solo encajó 22 goles el curso pasado tiene su mérito. Hace un año, también en Mestalla, ni una tuvieron los de Marcelino. Evolución a mejor.
Mestalla. Mestalla tenía ganas de fútbol. Ni por ser lunes ni 20 de agosto. 46.174 personas presenciaron el encuentro. En taquillas apenas quedaron 300 entradas por venderse. Alrededor de 41.000 espectadores eran abonados y el resto pasó por caja. Y no eran baratas las entradas (entre 45 y 140 euros). El rival, lógicamente, un Atleti recién ganador de la Supercopa de Europa, llamaba, si bien, huele a que ver las gradas repletas va a ser la tónica durante todo el curso. Pero más importante que la asistencia por sí misma es la química existente entre equipo y afición. Compacta.
VAR y agua. El fútbol moderno dejó sus ‘momentos’. El VAR imparte justicia y también evita protestas infundadas. El gol de Correa, que por la velocidad de la acción podría dar lugar a la duda del público presente sobre la posición del rojiblanco, no encendió al respetable, consciente que si había fuera de juego el VAR lo diría. Y llamativa y con aspavientos fue la queja de Marcelino al cámara que se acercó al corrillo que hizo el asturiano con sus futbolistas en uno de los dos parones para beber agua.