Cuando el fútbol es lo de más...

Las entrevistas con Gabriel Paulista

no son entrevistas, son lecciones de vida. Su historia es complicada, su niñez no fue fácil. Todavía lo tuvieron más difícil sus hermanos. Cuando relata lo que tuvo que pasar su familia cuando él era un niño, uno piensa que el fútbol es lo de menos. Sin embargo, para él es lo de más. El fútbol le sacó en su adolescencia de las calles y le evitó seguir el camino de muchos de sus amigos: la delicuencia. Después, le sirvió para arreglar su casa familiar, una casa en la que entraba agua cuando llovía...

Ahora no deja de ser un futbolista de elite, sí. Pero no es uno más. Con su tesón, trabajo y esfuerzo ha cambiado su sino y el de toda su familia. Pero a pesar de que ahora pasea feliz por el antiguo cauce del Turia en sus días libres, no olvida de dónde viene. Y sobre todo, lo que le ha hecho llegar hasta aquí. Ya no pasa hambre, pero la tiene. En el campo juega como es. Aguerrido, currante, sacrificado por el compañero... Su pelea con el delantero rival mejora a Garay, que con su experiencia y colocación siempre es el que va al corte. Pero no todo es trabajo. Su genética es privilegiada. Es el número uno acortando plazos. Lo hizo el año pasado, y lo hizo este, tras lesionarse en pretemporada. Es uno de los hombres fuertes de Marcelino y este año es de los pocos que está a su nivel. Este Valencia necesita más ‘paulistas’.