Tras el éxito, agradecimiento y humildad
Hace 15 años le preguntaron a Toni Lastra, muchos años presidente de la SD Correcaminos,
qué tres deseos pediría para su maratón. Se lo pensó largo rato y comentó: “Que llegáramos a 3.000 inscritos, que se bajara de dos horas y diez minutos, y que tuviéramos un patrocinador que nos durase más de un año”. Tres lustros después, la
Maratón de Valencia Trinidad Alfonso EDP se ha ganado con 2h 04:31 y los doce primeros han bajado de 2h 09; ha habido 22.086 inscritos, y eso que, por motivos de seguridad y calidad se cerró el censo dos meses antes; y posee un patrocinador indestructible que apoya con recursos económicos y humanos, que se llama
Fundación Trinidad Alfonso. El mérito es de todos. De los corredores, porque sin ellos no tiene sentido organizar nada. Es también de Correcaminos y de quienes, como Toni Lastra, organizaron las primeras 30 ediciones en condiciones muy complicadas, casi heroicas. Igualmente es logro del Ayuntamiento, de la Policía Local, de una ciudad que soporta con paciencia que su maratón la ponga del revés. Es mérito de los patrocinadores, y en particular de Juan Roig, un señor con extraña capacidad para ver cosas que no se ven a simple vista. Este hombre soñó con un evento icónico capaz de proyectar Valencia en el mundo, y tanto empeño ha puesto que dedica su propio dinero a pagarlo porque piensa que si la maratón se hace grande, se hace grande su tierra. Pero al llegar el éxito, hay que ser humilde y constante. Por eso, en vez de emborracharnos de gloria, nos acordamos de los que nos trajeron aquí y ya no están, de los que nos han traído y siguen ahí, y de un nombre, Manuel Gutiérrez de Castro, correcaminero de toda la vida, que tuvo que retirarse por primera vez en 38 años. Qué dolor tendría. Se batan los récords que se batan, la Maratón debe estar impregnada de gente sencilla e incesante como Manuel.