El Muñeco Gallardo ya es leyenda
Garra, pasión, coraje, orgullo, corazón... Argentina necesitaba mostrarle al mundo y a sí misma que el fútbol que allí se estila es bien distinto a lo que ocurrió en el Monumental. Aquel sonrojo avergonzó a los argentinos más que a nadie y el Bernabéu sirvió de indulto. No fue el mejor partido, pero sí uno de los más emocionantes que se recuerdan. Como toda la final. Como toda esta Libertadores. La ganó River y con él Gallardo, el mejor técnico de Sudamérica en los últimos años. El Muñeco,
ídolo como jugador, ha aumentado su leyenda siendo técnico. Sus dos Libertadores en cuatro años son el mejor ejemplo. Un entrenador que encaja con la filosofía histórica del conjunto millonario: futbolistas de toque, de calidad, de talento... El llamado Paladar Negro.
Incluso estando sancionado en la final y no pudiendo dirigir al equipo desde el banquillo, su equipo reflejó exactamente el librillo que viene exhibiendo desde su llegada.
Mención especial merece Quintero. Un jugador de grandes partidos, un futbolista de inspiración, un zurdo mágico que apareció en la final con la misma trascendencia con la que lo hizo en el Mundial con Colombia. Un jugador al que rescató Gallardo cuando volvía a Sudamérica tras una época depresiva en Europa. Nadie creyó en él y el Muñeco sí. El destino premió a ambos con el desenlace más importante de la historia de Argentina.