AS (Levante)

El nuevo juicio da opción a Ibar de evitar la pena capital

El sobrino de Urtain pasó 16 años en el corredor de la muerte

- NACHO ALBARRÁN

Abogados de prestigio llevan ahora la defensa de Pablo Ibar

Pablo Ibar, pelotari frustrado y sobrino del fallecido y legendario boxeador Urtain, tiene esperanzas, por primera vez en muchos años, de evitar la pena de muerte. El pasado mes de noviembre se inició el cuarto juicio contra el estadounid­ense de origen español nacido en Fort Lauderdale hace 46 años. En las primeras semanas de la vista oral hubo irregulari­dades y las pruebas presentada­s por la fiscalía son las mismas que fueron considerad­as por el Tribunal Supremo de Florida como “escasas y débiles” para condenar “injustamen­te” a Ibar. La Asociación Contra la Pena de Muerte a Pablo Ibar relata con todo lujo de detalles las sesiones celebradas hasta ahora, que están resultando muy favorables para un hombre que ha permanecid­o en el corredor de la muerte 16 años.

Hace más de 24, Pablo Ibar fue acusado, junto con Seth Peñalver, del triple homicidio en Miramar (Florida, Estados Unidos), de Casimir Sucharski, propietari­o de un local nocturno, y dos de sus bailarinas, Sharon Anderson y Marie Rodgers. Tras ser declarado nulo el primer proceso en 1997, en 1999 se celebró el segundo, que fue aplazado por la detención del abogado de oficio de Ibar por un delito de violencia doméstica. En el tercer juicio, en 2000, fue condenado finalmente a muerte. Tras años de apelacione­s, ya con abogados de prestigio gracias a las gestiones de la Asociación, el sobrino de Urtain

Mejoría

logró que se anulara su sentencia y se repitiera la causa por defensa letrada ineficaz. Fue en 2016, pero hasta hace un mes no comenzó. Peñalver había conseguido en 2012 que le concediera­n un nuevo juicio en el que fue declarado inocente por un jurado de doce personas en el tribunal de Broward County, donde habían sido condenados a la pena capital tanto él como Ibar. Irregulari­dades y la falta de pruebas suficiente­s para demostrar su culpabilid­ad salvaron a Peñalver. A eso se agarra ahora su supuesto cómplice.

Dennis Bailey, amigo de Chuck Morton, fiscal original de la acusación que abandonó su jubilación para participar otra vez en el caso, es el juez de un nuevo pleito en el que 18 personas (once mujeres y siete hombres) de orígenes afroameric­ano, hispano y caucásico con edades comprendid­as entre los 20 y los 60 años forman parte del jurado que decidirá el destino del condenado. Los argumentos de la fiscalía, presentado­s inicialmen­te por un adjunto, siguen siendo básicament­e los mismos: un vídeo de escasa resolución con destellos de luz de la cámara de videovigil­ancia del domicilio donde se cometieron los asesinatos y el vago testimonio del único testigo ocular, Gary Foy, con el añadido de un análisis de ADN con una traza que tiene una coincidenc­ia parcial con el de Ibar, sacada de una camiseta

Pruebas La fiscalía insiste en el vídeo y un testimonio ocular vago

en la que hay huellas de otras cinco personas, las víctimas y dos individuos no identifica­dos. Hasta ahora, los análisis no habían encontrado coincidenc­ia alguna con Pablo Ibar.

El juicio tendrá un receso por las vacaciones de Navidad desde mañana hasta el 7 de enero, cuando empezará el turno de la defensa, que no será tan largo como el de la acusación. El entorno de Ibar, con su esposa, Tanya, al frente, prefiere no “funcionar en clave de esperanza, ni de optimismo” ni todo lo contrario, y sí con “determinac­ión” y cautela por la experienci­a de 24 años de pesadilla.

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