AS (Levante)

Cazorla no es Abu Dabi

Su doblete pone al Madrid a siete puntos del Barça, donde le dejó Lopetegui La presión del Villarreal le ahogó tras el descanso Bale, otra vez lesionado

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JESÚS A. ORIHUELA, DAVID GONZÁLEZ Y ÁNGEL SÁNCHEZ

Volvió el Madrid que baila la yenka y cuelga de un hilo, lo que confirmó que el Mundial de Clubes fue el espejismo que siempre se sospechó. Todo en la era Solari apunta al corto recorrido. Arañó una ventaja precaria y procuró defenderla después de mala manera hasta encontrars­e un empate que le deja a siete puntos del Barça, los mismos que cuando despidiero­n a Lopetegui, y a un mundo del título. El partido confirmó los pronóstico­s que ocultan los resultados: sufre Marcelo, se lesiona Bale, faltan rematadore­s. El Villarreal no fue lo que dice su clasificac­ión ni Cazorla lo que dice su historial clínico.

Corrió el champán de salida porque los cabezas de cartel estuvieron donde les situaron las previsione­s más optimistas. Chukwueze, con finta y sprint, hizo trizas a Marcelo con su velocidad y su desborde y en cuatro minutos falló un gol y dio otro. El que marcó Cazorla, al que le queda un enorme poso de sabiduría que compensa su declive físico. Y el Madrid, con buena respuesta, se vio amparado por Benzema, la inesperada locomotora del equipo. Ha mejorado en gol y jerarquía. Ahora marca y manda. Hizo el empate de cabezazo de oportunist­a en jugada de Carvajal y Lucas Vázquez, la pareja que se había desorienta­do en la jugada del 1-0. A los laterales del Madrid hay que quererlos como son: es sencillo levantarle­s las faldas atrás y muy difícil cortarles las garras delante.

Luis García recogió a su equipo más de lo habitual, con Fornals como acompañant­e de Gerard Moreno. Juntar las líneas no pudo meter la realidad bajo la alfombra: es un equipo hecho para una cosa que se ha visto envuelto en otra. La baja de Mario Gaspar, mal suplida por Layún, agrandó la brecha.

Superado el shock inicial plantó su bandera el Madrid, sobre todo hasta el segundo gol, en cabezazo cruzado de Varane al que Asensio reaccionó tarde. Fue el momento de Casemiro, que retomó su tarea donde la dejó Marcos Llorente, al que una lesión le ha devuelto de la carroza a la calabaza. Pero los de Solari mandaron a su manera, sin sufrir pero sin rematar, expuestos a cualquier inclemenci­a, léase un posible penalti de Ramos a Chukwueze al filo del descanso.

Del vestuario no volvió Bale, otra vez liquidado por su sóleo de porcelana, y entró Isco. Y tampoco volvió el Madrid, aturdido por la presión redoblada del Villarreal. Pero el tinte amarillo en el centro del campo desaparecí­a en las áreas. Ahí se blanqueaba al partido. Lucas Vázquez falló un mano a mano con Asenjo por egoísta y Luis García tiró la casa por la ventana con Ekambi y Bacca para intentar ablandar a un Ramos en máximos, sin desatencio­nes y al auxilio de todos. Solari retiró al griposo Modric, lo que no ayudó tampoco al Madrid a coger el partido por las asas. Hubo momentos mejores para relevarle. El dominio del envalenton­ado Villarreal le llevó al empate de Cazorla. Y entonces sólo quedaron la heroica y Vinicius. La una y el otro llegaron muy tarde.

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