Solari salvó al Madrid del ridículo en Butarque
Igualó en el 88’ ante un Leganés entonces en 2ª
Los goles suenan a euforia. La que disfrutó Solari en Butarque aquel 18 de diciembre de 2003. Eran otros tiempos: era el Madrid galáctico. Queiroz dirigía un equipo de constelaciones con Ronaldo, Zidane, Beckham, Figo, Raúl y Roberto Carlos.
El Leganés también era distinto. Jugaba en Segunda (acabaría descendiendo de categoría) y su apellido fue una nacionalidad: el Lega de los argentinos. Daniel Grinbank, un famoso empresario del espectáculo de Buenos Aires, compró el club (luego se demostró que no fue así) y lo llenó de compatriotas. Nada menos que quince futbolistas a los que se sumó el entrenador, Carlos Aimar, y su director deportivo, José Pékerman. A Pékerman ese año no le dejaron entrenar al equipo por no tener homologada la licencia, pese a que más tarde dirigió a las selecciones de Argentina y Colombia.
La suerte del sorteo quiso que Leganés y Madrid se vieran las caras en el partido de dieciseisavos de Copa. Aquel curso se jugaba a partido único en casa del rival de inferior categoría. Un Butarque sin llenar (unos 7.000 hinchas) contempló cómo los pepineros casi se cargan al gigante. Liderados por Borja, un canterano que logró un doblete, llegaron a ir 3-2, pero en el minuto 88 el ahora entrenador blanco fulminó el sueño. Solari, con un remate con la derecha, hizo la igualada. En la prórroga, Raúl, de tacón, chafó al Leganés y se terminó el sueño.
Fue el principio del fin de la era Grinbank. Hizo las maletas y no volvió más. Jesús Polo, histórico presidente blanquiazul, el que le abrió las puertas de Butarque, dejó entrever a As que se llevó la taquilla de esa noche. “No sabemos qué fue de ella. Y acuérdese que semanas después Grinbank se fue”, confesó. El empresario argentino replicó afirmando que “el Leganés no sería viable ni en Primera”. A la vista del presente, fue todo un visionario, sin duda.