Nunca hubo un partido como este
Nunca hubo un partido como este. En un tiempo, fueron Di Stéfano y Gento, Luis Suárez y Kubala, y sucesivamente otros grandes futbolistas de la historia le dieron a un Barça-Madrid la vitola que tiene el fútbol clásico: emoción y veteranía. Frente a frente están hoy Messi y Benzema, en los dos se debaten ilusiones parecidas, ambiciones legítimas de veteranos que ya lo han visto todo, incluso la sucesión de Clásicos del año 2011, y jóvenes cuya memoria del fútbol está excitada ahora por la abundancia de información que tienen las redes.
Aeste Barça-Madrid de hoy le ha venido a ver, además, el suspense. El impresionante titular con que abría ayer su primera página el diario As es de los de antes, de cuando una incertidumbre sobre un futbolista concreto cambiaba el signo de los tiempos. Imaginen ahora cómo debía ser, ante un suceso de esta categoría, la ausencia de Alfredo Di Stéfano o de Ladislao Kubala en cualquiera de los dos contendientes. A lo largo del tiempo, además, Barça y Real Madrid han contado con entrenadores sulfurosos o entrenadores gaseosos. En la época inolvidable (por tantas razones, no todas buenas) el Barça tuvo a Guardiola, que era sulfuro azulgrana puro, y en el Madrid estaba Mourinho, que venía de ser del mismo color azulgrana pero que en el Bernabéu agitó su blancura.
Esta vez se sienta en el banquillo blanco un hombre templado, no adiestrado aún a pronunciamientos contundentes. Frente a él, Ernesto Valverde genera la sensación de que se ha tomado un valium para cualquier circunstancia. Los dos entrenadores son igual de circunspectos; las procesiones van por dentro. Con estos mimbres, con los equipos de los que ambos disponen, se puede hacer cualquier cosa. Pero lo más seguro es que como este partido no habrá ni habrá habido otro igual.