Bernardo Ruiz “El mejor ciclista español de la historia es Valverde”
Natural de Orihuela, Bernardo Ruiz acaba de cumplir 94 años. Ganó la Vuelta en 1948, en 1952 se convirtió en el primer español en subir al podio del Tour y en 1955, en el primero en ganar una etapa en el Giro. Vive el ciclismo con pasión.
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Acaba de cumplir 94 años. ¿Cómo se encuentra, señor Ruiz?
—No estoy como un chaval, pero tampoco podría quejarme. Me gusta salir a caminar y tomarme un café por las mañanas. Intenté cuidarme, tengo una familia maravillosa y, de vez en cuando, las carreras llegan a mi Orihuela y la gente del ciclismo y periodistas como usted se acuerdan de mí.
(Bernardo Ruiz atendió a As en el Teatro Circo de Orihuela, y después su hijo, Bernardo, invitó al redactor y al fotógrafo a su casa, donde guarda pósteres y recortes y los mostró).
—¿Permanece atento a la actualidad de su deporte?
—Sí, por supuesto. Veo las competiciones por la tarde, en directo, y en ocasiones las repeticiones que ofrecen las teles por la noche. Al día siguiente suelo leer los periódicos.
—Usted se convirtió en 1952 en el primer corredor nacional en subir al podio del Tour, tercero, y en 1955 ganó la primera etapa para España en el Giro. Tiene victorias en las tres grandes, y en 1948 conquistó la general de la Vuelta. ¿Orgulloso?
—Recitado así, ¡como para no sentirse! En mi época fui el mejor del país, pero cuando marchaba fuera era imposible enfrentarse a los extranjeros. Las pruebas no se disputaban por equipos, eran casi individuales, e italianos, holandeses y belgas se organizaban muy bien. Yo no contaba con mucho respaldo, aunque si daba la palabra a los gregarios sobre repartir premios, cumplía.
—¿Qué triunfo le emocionó?
—Uy, con la de cosas que hice. No sé ni por dónde empezar. Tengo títulos en Levante, Asturias, Burgos, Tarragona, Catalunya, la Clásica de los Puertos, Campeonatos de España…
—Alguno habrá.
—Sí, la Volta a Catalunya de 1945, la edición de las bodas de plata. No me impuse en ninguna de las 16 jornadas, pero me apunté la clasificación general por regularidad y constancia. También recuerdo con cariño los Nacionales de 1946. Ni siquiera me entregaron el trofeo porque nadie confiaba en que fuera a batir a Francisco Antonio Andrés Sancho. Y sí, lo conseguí. Vaya que sí.
—¿Existió mucho pique con Federico Martín Bahamontes?
—Normal, desde luego. Si vencía yo, él no cobraba. Si vencía él, yo no cobraba. Nos jugábamos los cuartos. Y debo decir que, aunque Bahamontes se llevó el primer Tour para España, goza de un mayor predicamento en Francia que aquí. Yo fiché a Julio Jiménez para el Faema (en 1962), cuando trabajé en el cargo de director deportivo tras mi retirada, y siempre le comenté que me parecía muchísimo mejor escalador. Y además aposté, firmé y acerté con Angelino Soler, el ganador más joven de la historia de la Vuelta (con tan sólo 21 años, en 1961).
—Su ciclismo no tiene nada que ver con el de hoy en día.
—Nada. Está todo mucho más controlado: la mierda de los pinganillos, la tecnología, la opinión de directores que coarta a los corredores… Evidentemente se han producido avances, muchos absolutamente necesarios, como en el material. Nosotros echábamos los tubulares al hombro por si pinchábamos. Sin embargo, no me convencen tanta fiscalización ni la escasa iniciativa de la mayoría de las estrellas. —¿Quién es su preferido? —Alejandro Valverde, sin duda. No sólo le considero el mejor
Recuerdo “Lo que más me gustó ganar fue la Volta 1945, en sus bodas de plata”
ciclista español de la historia, sino también el número uno mundial. Miguel Indurain, vencedor de cinco Tours de Francia, nunca dispuso de su talento. Valverde tiene la calidad y la capacidad para ganar grandes rondas, grandes clásicas y Mundiales, y encima lo ha demostrado hasta los 38 años… y continúa. Me quedo con él, me encanta.