AS (Levante)

Del peaje de ‘Grizi’ al foco en Morata

- PATRICIA CAZÓN

Durante toda la temporada pasada, cada partido que se jugaba, se me venía a la cabeza aquel peaje de Villafranc­he-sur-Saone que da acceso a la autopista al aeropuerto de Lyon. Hacia éste imaginaba a Griezmann, con su padre en coche. Como todas aquellas veces que, siendo niño, había regresado a casa, Macon, y le tocaba volver a Donosti.

“Yo en la parte de atrás, lloraba y lloraba”, contó en su libro, Detrás

de una sonrisa. Al llegar allí, su padre se detenía, se giraba y preguntaba: “Entonces, ¿paramos o seguimos?”. Y Griezmann siempre le mandaba seguir, aunque lo hiciera secándose las lágrimas de los ojos con la manga del jersey. “¿Parará ahora o seguirá?”, pensé en el último partido de la temporada pasada. Seguir era el Atleti. Parar, irse al Barça. La afición aquella tarde, ante el Eibar, le dedicó pitos, harta de sus dudas.

Pitos que también escuchó de la afición cuando el Madrid jugó por primera vez en el Wanda Metropolit­ano, el derbi de la temporada pasada. Un año después, Griezmann sigue, su decisión fue seguir, la grada le quiere: en el segundo derbi ante el Madrid del nuevo estadio las miradas estarán todas en el futbolista a su lado. Morata. Hoy debuta ante la afición y tiene la oportunida­d de pocos: derribar todos los prejuicios en un sólo segundo. O dos. Tres. Los que tarde en marcar un gol. Porque viene el Madrid, el equipo con el que llegó a la élite, que se recuerda más su adolescenc­ia, blanca, que su infancia, rojiblanca. Y en partido importante, que el Atleti se juega conservar, o no, la segunda plaza en Liga. Y Grizi sabe. Puede decírselo: nada para hacer olvidar los pitos como los goles. Imaginen uno suyo a este Madrid de Solari.

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