AS (Levante)

El Valencia está de vuelta

Los ché regresan a una final de Copa 11 años después Rodrigo truncó las opciones y el sueño del Betis Marcelino peleará por su primer título

- CONRADO VALLE

El Valencia está escribiend­o en esta Copa del Rey un precioso prólogo para el libro de su bicentenar­io. “En el curso en el que cumplía 100 años, el equipo de Marcelino jugó la final”. Lo hará el próximo 25 de mayo contra el Barcelona. Otra vez en Sevilla, donde hace 20 años (1999) levantó la Copa tras un gol increíble de Mendieta y dos de Piojo López al Atlético de Madrid. Allí, en Sevilla, empezó su época dorada, la que le llevó a dos finales de Champions y a ganar dos Ligas y una Copa de la UEFA; allí, en el Benito Villamarín, cuanto menos, derrochará­n la ilusión del aspirante.

Marcelino le ganó la partida a Quique Setién, al menos la semifinal. El asturiano logró así su mayor hito hasta hoy como entrenador. Marcelino disputará su primera final tras 18 años en la profesión y cuatro intentos fallidos. El cántabro, mientras, se queda a las puertas de la que también hubiera sido su primera final. De ‘su’ final, la del Betis. Los verdiblanc­os la tuvieron en su mano hasta el minuto 55’ en el partido de ida, donde se pusieron 2-0, y la pelearon en Mestalla hasta el final, aunque en verdad anoche su sueño quedó truncado tras el gol de Rodrigo Moreno. “Illa, illa, illa nos vamos a Sevilla” cantó Mestalla hasta el amanecer.

A nadie le pudo sorprender la puesta en escena de Marcelino y menos aún la de Setién. El Betis se hizo con el balón. Los verdiblanc­os ponían el toque, la paciencia y, con la suma de esos factores, también las ocasiones; el Valencia, mientras, defendía con orden(Roncaglia se está ganando quedarse) y buscando el contragolp­e. Los blanquineg­ros jugaron a verles venir, a la caza del error. El partido tenía más ritmo que velocidad, más ayudas que espacios. Y como los béticos apenas cometían fallos, Carvalho y Canales fueron haciendo suyos cada vez más metros del campo de Mestalla. Y así durante la primera mitad hubo más noticias de Jaume que de Joel.

Pero el guión se alteró tras la vuelta de vestuarios. Ahí el Betis cometió el error que buscaba el Valencia, aunque no en la forma que ellos esperaban. Mandi se quedó clavado rompiendo el fuera de juego de Gameiro tras pase al hueco de Piccini y el francés, auténtico héroe ché en esta semifinal, asistió a Rodrigo. Éxtasis en Mestalla.

Setién sacó artillería en pro de un gol que le metiera en la eliminator­ia. Inclusive puso a Feddal (192 centímetro­s) de delantero. Pero el Valencia, un equipo al que el gol de Rodrigo le calmó sus nervios, no perdió la compostura y cuando mostró alguna fisura ahí estaba Jaume. Inclusive al contragolp­e los de Marcelino tuvieron el gol en las botas de Soler. Pero no le hizo falta más. Como dice el título de su biografía del Centenario: “La voluntad de querer llegar”. Le ha costado 11 años, mil calvarios, sueños rotos y decepcione­s, pero el Valencia ha vuelto. Al menos a una final.

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