AS (Levante)

Cristianic­idio

Campana y se acabó. Lisboa, Milán, Cardiff y Kiev quedarán ya en la memoria del madridismo como recuerdos imborrable­s. Pero el Ajax convirtió la bala de cañón en una bomba fétida...

- DESDE LA GRADA TOMÁS RONCERO

Cumpleaños amargo. A estas horas el Madrid está cumpliendo su 117 cumpleaños. El más amargo que un servidor recuerde. Se ha cerrado una semana terrible, inasumible, deprimente... Desde que Casemiro metió el 1-0 de cabeza ante el Girona hace más de dos semanas, el destrozado proyecto de Solari ha acumulado un parcial en el Bernabéu sonrojante e indigno de nuestra historia: 1-10 en contra. Dos goles del Girona, cuatro del Barça y cuatro del Ajax. Un gol de Asensio y sanseacabó. Y detrás un coladero ante la impotencia de un estadio y una afición narcotizad­a por el éxito de este lustro maravillos­o que quedará para los restos como la segunda mejor etapa de nuestras blancas vidas. La primera la disfrutó mi señor padre de 1956 a 1960 (¡cinco Copas de Europa!) y la segunda la hemos gozado gente como un servidor y mi hijo, que ahora entiende a estas horas el valor de conseguir cuatro Champions en cinco temporadas. Brutal. Irrepetibl­e. De hecho, el Madrid ha dejado el registro en 1.011 días consecutiv­os siendo campeón de Europa desde que te levantas hasta que te acuestas. Pero eso ya es pasado. El Ajax nos ha destrozado en una noche donde se resumieron todos los males acumulados desde la nefasta hora en la que Florentino decidió traspasar a Cristiano a la Juventus creyendo que tampoco iba a ser tan grave. Nos pegamos un tiro en un pie y nadie lo paró a tiempo. ¿Alguien duda de que con Cristiano en el campo el Madrid no habría sufrido estas tres derrotas consecutiv­as casi sin ver puerta?

Cambio de ciclo. Tenemos gente joven con presente y futuro (Reguilón, Carvajal, Llorente, Ceballos, Vinicius, Asensio...) y veteranos reputados como Modric, Ramos (esa tarjeta en Ámsterdam nos ha matado), Lucas, Nacho o incluso Benzema, al que le ha acompañado la actitud pero al que le faltó gasolina y gol en esta semana para la Sala de los Horrores de nuestras blancas memorias. Los cuatro fichajes del curso fueron Mariano, Brahim, Odriozola y Vinicius. Los tres primeros estaban en la grada. E Isco, el jugador con mayor talento de esta plantilla, en la grada...

Lágrimas. Ver llorar a Lucas Vázquez y a Vinicius cuando cayeron lesionados me conmovió. El gallego y el brasileño sienten el escudo. El de Curtis por veterano y canterano. El brasileño porque en estos meses ha mostrado un sentido del compromiso y de la profesiona­lidad admirable a sus 18 años. Esas lágrimas me hacen pensar que nada está perdido pensando en el futuro. Con gente así se puede soñar en una regeneraci­ón del equipo, cantada y necesaria.

Ramos, una faena. Sin el capitán y con Cristiano en Turín, somos mucho más débiles. Ya nos pasó con Beckham en el cruce de cuartos de final de 2004 ante el Mónaco de Giuly. Con 4-2 en el Bernabéu, el inglés buscó la tarjeta que le daba descanso pensando en las semis. El equipo monegasco nos tumbó en la vuelta y ahí se consumó el año horribilis de Queiroz, culminado con cinco derrotas consecutiv­as en Liga. Eso es lo que hay que evitar. Pido vergüenza torera a los jugadores para que acaben la temporada con dignidad. La afición, que se ha dejado una nómina entera en las carísimas entradas dispuestas por el club para estos tres partidos, no merecía este suplicio. El Bernabéu ya no ruge, no intimida y sólo acompaña, repleto de turistas que acuden al estadio como si fuesen a pasar la tarde en un parque temático. ¡Cuánto hemos cambiado!

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