AS (Levante)

Angulo, Kily y Piojo llevaron la voz en el bus

Arias pidió ser el primer cambio para homenajear a los valenciano­s

- J. BURGOS

De la ‘táctica’ de Ranieri a la búsqueda de espiniller­as. De las botas de Gayà con las que jugó Arias a los guantes de Neto que se puso Cañizares. Anécdotas de un día irrepetibl­e, que acabó con una cena de gala y con los veteranos aplaudiend­o a Fernando Giner. Del hotel a Mestalla.

Los ‘convocados’ para el partido de Leyendas tuvieron un día de cuando eran profesiona­les. Comieron todos juntos en el hotel Palace, justo en el lugar donde se concentró muchos años el Valencia. Allí mismo, los propios jugadores decidieron la dinámica para comunicárs­elo a Ranieri que asistió directamen­te al estadio. Primero jugarían los más veteranos, unos 15 minutos (al final fueron 18’ “porque no queríamos irnos”, comenta Fernando). La mayor preocupaci­ón era no lesionarse. El centro del campo era de lujo: Robert-Subirats-Fernando. Finalmente, Robert decidió jugar más retrasado.

El ‘bus del Doblete’.

Una vez en el bus, los más ‘jóvenes’ tomaron el mando. Los futbolista­s del Valencia del Doblete volvieron a vivir las andanzas de aquellos tiempos felices. Cánticos y batallitas que se repetían 15 años después a bordo de un bus. Allí, Angulo, Kily González y Claudio López llevaban la voz cantante.

Arias, la Senyera.

Arias, uno de los capitanes, jugó con unas botas prestadas por Gayà. “No sabía ni ponérmelas”. Era sin cordones. Arias pidió a Giner ser el primer cambio y pactó con Djukic salir a los 5’. ¿Por qué? Quería mostrar a todo Mestalla una camiseta de la Senyera, en honor a los valenciano­s que han jugado en el equipo. Su beso al césped no faltó.

Cañizares, guantes.

Fue uno de los más aclamados. En la SER dijo después que “nadie merece tanto cariño” como el que sintieron ayer en Mestalla. Cañizares no se había vuelto a poner bajo palos desde su retirada. Inclusive había rechazado suculentas ofertas económicas para hacerlo en amistosos en Asia. En este sentido, Cañizares no tenía intención de jugar y así se lo transmitió a la organizaci­ón, pero entre la emoción del día, su mujer e hijas le convencier­on. De hecho, no tenía ni guantes y le dejaron unos de Neto. No fue el único al que le faltaron utensilios. Casi ninguno llevó espiniller­as.

El penalti de Sánchez.

Fue muy comentada durante la cena la parada de César a Juan Sánchez en el penalti. Inclusive hubo veteranos que se alegraron de que cuando el colegiado pitó la pena máxima, ya no estuvieran en el campo. César intentaba ‘justificar­se’ diciendo que “lo paré porque llevaba el escudo del Valencia”.

Los Ranieri y los López.

Tras el partido y antes del homenaje final, las familias de los jugadores saltaron al césped para inmortaliz­ar

el momento. La esposa de Kempes, las sobrinas de Puchades, los hijos de Mundo, la familia de Cañizares, la de Albelda... Todos se hicieron mil fotos. Pero hubo alguna singular. Claudio López hizo bajar a la señora de Ranieri del palco. Quería tener un recuerdo con su familia y la del entrenador con el que se hizo un crack mundial en el mismo césped de Mestalla, ese donde tantas tardes de gloria dieron juntos al valenciani­smo. Mientras, Pizzi y Chori Domínguez quisieron hacerse varias con Kempes.

La Selección. Las Leyendas de la Selección española fueron el invitado de lujo a la fiesta ché. Los que no conocían Mestalla en estas ocasiones alucinaron con la traca final. Catanha, De la Red y sobre todo, Miguel

Ángel Nadal, quien se quedó con la boca abierta con la interpreta­ción del himno regional. Todos ellos fueron invitados a la cena de las leyendas valenciani­stas. Allí

Salvador Gomar regaló al club una foto original del Valencia en Algirós de 1919.

Aplausos a Giner. En el vestuario, al acabar el partido, todos las leyendas hicieron un corrillo para aplaudir a Fernando Giner, el ideólogo de un día irrepetibl­e.

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 ??  ?? Djukic, Voro, Navarro, Caramarasa, Marchena, Piojo, Sánchez o César, todos disfrutaro­n de un ambientazo en el estadio.
Djukic, Voro, Navarro, Caramarasa, Marchena, Piojo, Sánchez o César, todos disfrutaro­n de un ambientazo en el estadio.
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40000 PERSONAS EN MESTALLA.
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ICÓNICA IMAGEN. El final, con fuegos artificial­es y el himno regional, fue muy emotivo; como los saludos de Ranieri, la presencia de Kempes o el cariño de la grada.

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