La bipolaridad de la Copa reta al Lega ante el Ebro

Los pepineros no pueden permitirse un tropiezo

L a lógica ilógica del fútbol dice que la Copa es estorbo supremo para los equipos ahogados en dificultades. Escollo inútil que conviene quitarse de en medio cuanto antes, disimulando el tropiezo con dignidad y soltura. Al Leganés semejante relato de pragmatismo no le vale. Apenas llegó a Butarque, Aguirre se aferró a las asas del trofeo y le declaró amor eterno: “Me encanta esta Copa”. El mexicano ha usado la competición para espolear a sus suplentes y mantener un alto ritmo con el que dinamizar sus buenas sensaciones en Liga, ésas que, ahora, tras la doble derrota de la semana pasada (perder a En Nesyri, perder contra el Getafe), se han tornado en oscuras brumas de pesadilla.

“No pienso arrojar la toalla en enero”, respondió ayer enérgico a los que dudan de la continuidad del equipo en Primera frente a tanto infortunio. De ahí que el duelo de hoy frente al Ebro sea algo más: una oportunidad para recuperar la confianza. Caer, por el contrario, agravaría el esguince de alma a sólo 48 horas de visitar al dentista. El domingo espera el Atlético en el Wanda. Lo de esta tarde será mucho más humilde. El Estadio Pedro Sancho (apenas 2.500 asientos, terreno de césped artificial), amenaza con mutar en trampa para los madrileños. Aquí cayó la Ponferradina, aunque al Lega se le supone más empaque. El Vasco hará rotaciones con dudas en la delantera. Sólo cuenta con Braithwaite y Carrillo como arietes puros y podría maridarlos junto a Arnáiz y Ruibal, sus otras referencias ofensivas. Sólo viaja un canterano: el pivote marroquí Aymane aguardará turno en el banquillo.