Las fiestas, el nuevo foco de los rebrotes
El director del Centro de Control de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, hizo una advertencia esta semana: “Una fiesta inocente puede acabar en un brote”. El aviso, no obstante, ha sido desoído en varias partes de España, donde las flexibilizaciones que otorga el avance de fases en el desconfinamiento han sido aprovechadas para hacer celebraciones con más personas de las permitidas.
En Lleida ocurrió uno de los casos más sonados: en una fiesta con el doble de personas permitidas en la que había cuatro enfermos asintomáticos, 20 personas terminaron contagiadas. En Ceuta, varias celebraciones amenazaron con regresar a la ciudad autónoma a la Fase 0. En Badajoz, un cumpleaños obligó a confinar a 18 personas, mientras que en Tenerife un reencuentro familiar terminó con ocho personas infectadas.
Disciplina social.
Andrea Burón, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, asegura que los pequeños focos de contagio son “inevitables”. Por eso dice que es necesaria una organización de los sistemas de salud y que “es muy importante la colaboración de la población, tanto en el cumplimiento de las normas, como en el reporte de toda sospecha”.
Ángel Gil, catedrático en Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, opina que dosificar los encuentros puede ser parte de la colaboración ciudadana. “Al salir a la calle se comprueba que nos hemos ido relajando”, asegura Gil, que agrega que los Gobiernos central y autonómicos deben estar preparados para un eventual rebrote en otoño o invierno y garantizar la capacidad del sistema sanitario para buscar contactos en cada brote que aparezca.