AS (Levante)

El debate continúa

La Real también protesta el penalti a Vinicius y el gol de Benzema ● Partidazo del brasileño ● Sergio Ramos se lesionó

- REMATES REPORTAJE GRÁFICO AGENCIAS

R. SOCIEDAD

Merino

Isak

Odegaard

Januzaj

Le Normand

Elustondo

Monreal

Willian José

Total

REAL MADRID

Benzema

Vinicius

Kroos

Ramos

Casemiro

Marcelo

Mariano

Total

PUERTA

1

1

0

0

0

0

0

0

2

2

1

1

1

1

0

0

6

FUERA

1

1

1

1

1

1

1

1

8

0

1

1

0

0

1

1

4

Liga le fuera en esto. Son habituales estas pausas minimalist­as del Madrid. Incluso en tardes de provecho como ante Eibar y Valencia. Así que la cosa fue derivando en tostón, en idas y venidas sin remate y sin más agitación que la de Vinicius por su banda, ese torbellino sin temple que se saltó los límites de velocidad del partido. Tuvo momentos supersónic­os y un remate potente y sin colocación al filo del descanso que rechazó Remiro. La impresión siempre fue que por él iba a el Madrid a hincarle el diente al partido.

Benzema se quedó en la faceta de compositor, pero aquí y ahora está para todo. El Madrid fue lo que dice la tabla: un grupo solvente atrás, con Carvajal a la cabeza de la manifestac­ión, y sin encanto delante. Antes del descanso lo intentó de lejos, como si los goles fueran a caerle vía satélite. En el grupo de afectados por el confinamie­nto ha caído Valverde, una fuente de energía en crisis.

Tampoco la Real tuvo hechos diferencia­les en esa primera mitad. A Isak no le sirvió la zancada antes dos centrales con mucha mili y tampoco tuvieron llegada ni Portu ni Oyarzabal ni Odegaard. Ese pulso sin vencedor parecía actuar en favor del Madrid. En este neofútbol de los cinco cambios un equipo vale lo que vale su banquillo. Y el del Madrid es de platino.

Para que aquello se rompiera, sin embargo, no hubo que esperar tanto. Volvieron del vestuario los mismos y con el mismo aspecto: 21 con el pie en el freno y Vinicius, que fue remontando río arriba por la línea de fondo con una cadena de quiebros hasta ser trabado por Llorente en el momento del remate. Una noticia magnífica para el Madrid, por el valor de un gol en un partido tan hermético, seguida de otra muy negativa, la lesión de Sergio Ramos, que había convertido el penalti del 0-1.

Imanol, que ante el Alavés cambió a cuatro de golpe (viendo el juego del equipo hubiera sustituido a siete más de haberle dejado la

IFAB), modificó el registro. Cambió el vigilante Vinicius (de Gorosabel a Elustondo) y tiró de un futbolista con desborde, Januzaj, por un Oyarzabal desapareci­do.

Eso metió al Madrid, consternad­o por la baja de Ramos, muy atrás. Y entonces llegó el lío. Un tiro lejano de Januzaj pasó cerca (o no tan cerca) de Merino y entró. Estrada apreció una presunta influencia del navarro. Sólo lo vieron su asistente y Munuera. Un gol de ley que arruinaron a medias los árbitros del directo y del diferido. Y casi de inmediato, el 0-2, en media vuelta habilidosa de Karim Benzema tras control con el hombro y desmayo insospecha­do de Merino. Aquí acertó Estrada pese a las protestas, pero la herida ya estaba abierta. Después recortó Merino, de izquierdaz­o brutal con un Madrid acobardado sin su capitán. Ahora LaLiga está en su mano, que tampoco es demasiado firme.

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