AS (Levante)

Camacho . “Mi equipo era bueno, pero el mejor fue el que lo ganó todo”

- ENRIQUE ORTEGO

LInternaci­onal ejemplar como jugador y capitán. Luego, de selecciona­dor, impuso un estilo de juego ofensivo y ahora se ha convertido en el comentaris­ta por excelencia de la Selección campeona.

a historia moderna de la Selección no se entiende sin la figura de José Antonio Camacho (Cieza, Murcia, 8-6-1955). Han pasado 45 años desde su debut y Sergio Ramos y él son los únicos jugadores de campo que han ostentado el récord de internacio­nalidades en estos 100 años de historia. Los demás son porteros.

—-Su amigo Del Bosque es el único que suma más partidos (132) como futbolista y selecciona­dor. Usted se queda en 125 (81+44). A los que hay que sumar los encuentros como comentaris­ta de cámara del equipo nacional... —-¡Ah! ¿Los de comentaris­ta también sirven? La más importante es la carrera de jugador. Sólo estás a la expectativ­a de que te llamen y luego tienes que rendir. Es en la que más disfrutas, la más bonita. Como entrenador eres responsabl­e de todo. Tienes más problemas. Muchos más líos: buscar jugadores, atender todas las facetas propias del cargo. No te da tiempo a disfrutar de nada. —-¿Se acuerda de la primera vez? —-Contra Escocia en Valencia. Era a principios de 1975 (5 febrero), hace 45 años y yo tenía 19. Había estado ya en el banquillo en el partido anterior en Glasgow. Jugué de lateral izquierdo y tenía que marcar al mejor de los suyos… (Cooke). Cuando me convocaron la primera vez estaban en Madrid mi madre y mi tía, que habían venido a verme, y se asustaron de ver tantos periodista­s esperándom­e en la puerta de la pensión de la calle 0’Donell. Estábamos de compras en el Galerías Preciados de entonces. —-Desde el primer día le encomendar­on la misión de secar al mejor del contrario. —-Al principio no tienes tanta responsabi­lidad. No es como después, que te das cuenta ya de que en cada partido tienes un embolado. Un año antes, con 18, en el Real Madrid, tuve que marcar a Cruyff. Con esa edad puedes con todo y te acostumbra­s. He llegado a jugar hasta de extremo izquierda porque el mejor jugador de Bulgaria era el lateral derecho (Kostov) y tenía que taparle la banda. Fue un partido con la Olímpica. Nos clasificam­os para los Juegos, pero no pude ir porque ya era internacio­nal absoluto. Había una norma que lo impedía. Me jodieron. Tenía mucha ilusión de estar en unas Olimpiadas. —-Disputa dos Mundiales (1982 y 1986) y dos Eurocopas (1984 y 1988). ¿Le saben a poco, verdad?

—-Sí, me pierdo por lesión el Mundial de Argentina 78 y el Europeo de Italia del 80. Estuve 20 meses lesionado. —-Con esos dos torneos hubiera llegado a los 100 partidos sin despeinars­e.

—-Creo que sí. Cuando me lesioné había sido 13 veces internacio­nal y cuando reaparecí, en el 81, en la gira por Sudamérica, en un año hice 12. Se jugaba mucho menos. —-Fue el primer jugador de campo que superó el récord de internacio­nalidades. Antes siempre había sido un portero: Zamora, Iribar, Arconada…

—Así fue. Estábamos muy igualados Arconada y yo. El día que debuté, Iribar superó el récord de Zamora. Yo llegué a los 69 contra Bélgica en el Mundial 86. Arconada se había quedado en 68. No está nada mal para lo poco que se jugaba.

—-Comparte con Sergio Ramos el honor de ser los dos únicos jugadores de campo con récords de partidos. —-Sergio va a conseguir bastantes más. ¿Cuántos le faltan para ser el récord del mundo? 14. Entonces lo consigue seguro. Está fortísimo. Dos años más los juega con la gorra. Ahora mismo no hay una competenci­a feroz entre los centrales del fútbol español como para quitarle del medio porque le haya llegado la hora. Está en gran forma.

—-Le llegó a molestar que en la Selección, como pasaba en el Madrid, le mandaran siempre a marcar al mejor del equipo contrario. Era como si sólo sirviera para eso.

—-Era una manera también de bajar el rendimient­o de esos equipos. Boskov me ponía en el centro del campo a marcar y me decía que cuando robara el balón saliera al ataque. Ese tipo de jugadores a los que marcaba no eran muy defensivos y no me seguían. Hasta marqué goles. En la Selección era igual. Era cuestión de cortar el suministro de juego al contrario. Los entrenador­es me decían que mi función era muy importante. En cierta manera desequilib­raba al rival. Les ponía nerviosos y cometían más errores. También había días en los que tenía libertad para subir por mi banda. Me gustaba jugar más de lateral izquierdo. En el fondo, a mí me gustaba atacar y tener libertad. A veces, si perdíamos o a quien yo marcaba hacía un gol, me sentía responsabl­e de la derrota, como en la final de la Eurocopa de París (1984). Marqué a Platini, que no la tocó en todo el partido y luego mete un gol de falta que la pega al suelo. ¡Me cago en la leche! Francia dependía de él, no la ve y luego te mete un churro. Ya me acostumbra­ba a jugar de todo. Lo que quería es jugar.

—-Tuvo tres selecciona­dores: Kubala, Santamaría y Muñoz. Tres veteranos de guerra. —-Kubala me llevó con 19 años. Tenía plena confianza en mí. No me quitó nunca y cuando estuve lesionado me llamaba o me venía a ver. Él se sentía uno más con los futbolista­s. Santamaría conmigo siempre se portó bien. Tenía su confianza. Le tocó lidiar con el Mundial de España. Estaban todas las expectativ­as puestas y no lo hicimos bien y eso repercute en el selecciona­dor. Está claro que en el Mundial no funcionamo­s. Hubo cosas diferentes a lo normal. Alrededor del equipo hubo problemill­as que se hicieron problemas. También tuvimos nuestros problemas internos en la Eurocopa 84, quizás muchos más líos, pero como marcamos el gol aquel a Alemania en el último minuto y llegamos a la final, parecía que habían pasado menos cosas de esas que hablamos. Y en México 86, y estuvimos cerca de llegar a semifinale­s. Cada vez que había un Mundial o una Eurocopa había líos, sí es verdad. —-Igual no ganábamos nunca nada por eso. Porque cada competició­n importante era un foco de intereses. —-Cuando ganamos la Eurocopa de 2008, todo comenzó porque ganamos una de esas tandas de penaltis que antes solíamos perder. España siempre ha tenido buenas seleccione­s. Siempre. Faltaba el respaldo de pasar a unas semifinale­s o

Penaltis “Se quitaron esa mochila y volaban; crearon una escuela y todos venían a copiarnos”

Líder “Disfrutaba cuando era jugador, pero como entrenador, no; tienes muchos líos”

final. Cuando pasamos una vez vino todo lo demás. Antes de ese Europeo también hubo sus líos, pero se pasó contra Italia y nadie se acordaba ya. Además de tener buenos equipos, la pelotita tiene que entrar.

—El tópico de la pelotita es muy recurrente.

—-Pero era verdad. ¿O no? No era normal que nos hubieran tirado tantas veces en los penaltis. Estábamos entre los mejores, pero siempre pasaba algo o había una decisión arbitral, como en el 2002, que luego reconocen ellos mismos que se equivocaro­n. Nunca nadie podía decir que el contrario nos pasaba por encima. Nos ganaban por cositas, no porque los rivales fueran mejores y nos metieran cuatro. Si acaso en el Mundial de Brasil. En todos los demás, hemos estado ahí y nos pasaba algo raro. Al final se ha demostrado que España siempre estaba entre los mejores y ha ganado dos Eurocopas y un Mundial. —Se retira de jugador tras la Eurocopa 88. ¿Su mejor recuerdo?

—-Me retiran las lesiones. El 12-1 a Malta y la victoria en Wembley en el 81. Esas son las cosas del fútbol. Llegamos al estadio tarde por un atasco. Nos íbamos poniendo las medias por el túnel y fue un partidazo. Como selecciona­dor, el 9-0. Se hicieron todas las cosas bien.

—Una década después vuelve como selecciona­dor. —-Ahora eres tú quien tiene que tomar todas las decisiones. Me vino bien la experienci­a de haber sido capitán y haber negociado situacione­s. Fui feliz esos años. Me dejaron trabajar muy a gusto. Empezamos a cambiar todo. A reunir datos de todos los jugadores y trabajar con ellos. El equipo en esos cuatro años dio una buena medida.

Nos faltó lo que hemos hablado antes. En el 2000, nos ganó la mejor Francia de su historia. Estuvimos de tú a tú, podíamos haber pasado perfectame­nte. Fallamos un penalti. Y en Japón nos encontramo­s con un árbitro.

—¿No llegó demasiado joven al cargo? 43 años.

—-No lo creo. Tras el Mundial tenía claro que me tenía que ir. Necesitaba estar más tiempo en el terreno de juego. Otro tipo de responsabi­lidades. No estaba cansado, pero lo que venía después no era aceptable. Estaba todo bien. Pero nos faltaba algo. No lo sé. A lo mejor, la suerte. Veía que seguir no iba a ser bueno por cosas. Veía que se quería más.

Venía otro Europeo y otro Mundial e iba a ser difícil. A quien viene nuevo se le ve de distinta manera. En el fútbol es difícil quedarte. Cuando estás en un equipo cuatro años, empieza a haber problemas que tú no puedes solucionar, que vienen derivados de los entornos, de los jugadores. La parafernal­ia que hay alrededor de un equipo al quinto año es una losa. Tienes que cambiar a jugadores muy importante­s. El discurso ya no llega igual a la Prensa, al aficionado, al directivo y eso hace que se deterioren las cosas y el triunfo te cueste mucho más.

—-El Camacho selecciona­dor nos sorprendió como un técnico innovador y con una tendencia de tener el balón y al ataque. —-Yo era futbolista. Hacía lo que me decían mis entrenador­es. Como jugador tenía mis inquietude­s. Me gustaba el fútbol y ver los métodos de los entrenador­es. Nunca soportaba el aburrimien­to en los entrenamie­ntos. Siempre supe lo que tenía que hacer en el terreno de juego y como técnico, en ese momento, se lo tenía que explicar a mis jugadores.

—Aquella Selección suya era una máquina de hacer goles. Nueve a Austria, ocho a Chipre, seis a San Marino. —-Los jugadores se convencier­on de que además de salir a ganar, había que divertirse y marcar cuantos más goles, mejor. Les motivaba con cosas. Si metéis cinco o seis, tenéis un día más libre. O aquello de la capea. Les buscaba motivacion­es para no quedarnos sólo en la victoria. Hacer más. No me gustaba el 1-0. Había que hacer cosas diferentes para que vinieran con ilusión a la Selección y estuvieran a gusto.

—Se juntaron Guardiola, Fran, Valerón, Raúl… muchos ‘jugones’ como después en la gran época.

—-Había que compaginar. También estaba Albelda, que jugaba muy bien, Baraja… Me gustaban esos jugadores. Ahora se juega de diferente manera. Me gustaba tener el balón y que no lo tuviera el contrario. En España siempre hubo buenos futbolista­s. En un momento determinad­o hubo mucho fútbol aéreo, de fuerza. Eso se contrarres­tó echando el balón abajo. Otro concepto diferente.

—Con Guardiola y Raúl tuvo sus cambios de opinión tácticos… Tuvo que corregirle­s. —Es que ellos, cada uno en su zona, estaban acostumbra­dos a que cada vez que les venía el balón lo daban para atrás. Toque y toque para atrás. Yo les decía que se dieran la vuelta y con la amplitud de campo que tenían jugaran para adelante y así todo el equipo jugaba para adelante. Veían los vídeos y me decían que era verdad. Eran sus caracterís­ticas, cada uno en lo suyo, pero se podían cambiar. Si en lugar de jugar para atrás se giraban y miraban para la otra área era mejor para el equipo. Los dos subieron desde abajo y eso no es fácil. Si jugaban en sus equipos es porque eran muy buenos. Les fichaban a otros a golpe de talonario.

—Su Selección, futbolísti­camente, fue una de las mejores de las últimas décadas. —-Sí, pero no nos engañemos, el mejor equipo jugando al fútbol fue el que ganó las dos Eurocopas y el Mundial. Eso sí que era jugar bien al futbol. Va a ser muy difícil volver a ver uno como ese. Nadie lo va a igualar. Se quitaron la mochila de los penaltis y sin mochila se pusieran a jugar al fútbol y volaban. Crearon escuela. El mundo del fútbol cambió. Todos comenzaron a copiarnos. Eran otra clase de futbolista­s. El fútbol no es una cosa sola. Lo importante es decir que hemos ganado 1-0. Ese triunfo te da más moral, más seguridad. Entre ganar 1-0 jugando mal y perder 1-0 jugando bien… Surgen las incertidum­bres y las dudas y eso no es bueno. Cuando ganas, todos los futbolista­s aparecen por el campo, la quieren todos. Si vas perdiendo, le silban cuatro veces y el jugador no aparece. Hay jugadores que con público se esconden. —Y al final se ha convertido en el comentaris­ta por excelencia de la Selección.

—-He hecho algo más… No me gusta comentar todas las semanas. No sabes qué decir. Por eso acepté lo de la Selección. Luego sale lo del Iniesta de mi vida y otras frases, y como todo va bien, pues sigo y sigo. Fuimos ganando todo y se me ha identifica­do con la Selección. La verdad es que me siento cómodo.

Polivalent­e “Llegué a jugar de extremo izquierdo para marcar al lateral de Bulgaria”

Lecciones “A Raúl y a Pep les corregía porque siempre pasaban para atrás"

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En su estapa de jugador, Camacho fue 81 veces internacio­nal.
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Camacho encarnó la 'Furia Española' como jugador, pero como técnico apostó por el toque y el ataque.

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