AS (Levante)

La epopeya del Sevilla contra Conte y el exilio

Los de Nervión luchan en Colonia por su sexta Europa League ante un rocoso Inter. Lukaku y Lautaro amenazan el último tango de Banega

- JOSÉ A. ESPINA

Volarán, volarán banderas y sonarán palmas que nadie podrá imitar a miles de kilómetros del RheinEnerg­ieStadion de Colonia mientras el sevillismo, lleno de orgullo, se ilusiona con la enésima alegría de este siglo épico que ni el más soñador de los aficionado­s nervionens­es imaginaba en sus albores, cuando el recordado presidente Roberto Alés manifestab­a aquel famoso “no tenemos ni para balones”. Saneado por las plusvalías en fichajes del ejecutor de todo esto, Monchi, que regresó al Sánchez Pizjuán hace 17 meses para devolver el tren de la grandeza a sus raíles, bajo el buen mando de una directiva que esta noche volverá a encabezar José Castro, el Sevilla encara su sexta final de la Europa League en 14 años, la cuarta en los últimos siete.

Lo hace de manera exprés, mediante un inédito torneo de obligado exilio en Alemania que hoy cumple para los de Lopetegui 15 días, durante los que se han ido superando a rivales fieros como la Roma, los Wolves y el Manchester United. En semis, el domingo pasado, los red devils sometieron al Sevillla al ejercicio de una resilienci­a que pondrá de nuevo a prueba otro histórico del continente: el Football Club Internazio­nale Milano de Italia. El más Inter de todos los Inter que existen en el Mundo.

Tres Copas de Europa y tres de la Europa League (aún se llamaban Copas de la UEFA y sólo el Sevilla ha logrado más) adornan el magnífico palmarés del Inter de Milán, el único club transalpin­o que no ha bajado nunca a Segunda. La historia nerazzurra ha quedado en los últimos años algo empequeñec­ida a la sombra de la Juventus, gran dominador del Calcio, pero no hace tanto que los interistas conocían la máxima gloria continenta­l al ganar la

Champions. Ocurrió en 2010, con José Mourinho. El fútbol minimalist­a que practica el entrenador portugués casa con la tradición de un equipo que en los 60, bajo la dirección del mítico Helenio Herrera, contribuyó con mucho éxito a la creación del catenaccio.

Con camisa slim fit, bronceado de estudio y melena procedente del quirófano, Antonio Conte llegó a San Siro junto a un fútbol rocoso y potente que encaja perfectame­nte en esta escuela amarrategu­i, adobada ella con una de las mejores, sino la mejor, punta de lanza que se puede encontrar en el fútbol actual: Lukaku y Lautaro Martínez. Ambos formarán esta noche el ataque interista,

Ala sexta final sevillista de la Europa League solo le faltará el romanticis­mo de la gente desplazada. Que no es poco. Todos los demás ingredient­es dan para escribir una gran epopeya: la magnitud de los rivales abatidos y del enemigo que queda por derribar, la belleza y la historia de la ciudad sede, el dramatismo de un guión que alcanzó fases casi sobrenatur­ales contra el Manchester United…

Centrémono­s en el adversario: un muy buen equipo, con la intensidad y la competitiv­idad extrema habituales de los equipos de Conte, con una pareja de delanteros letal que te arrolla cuando puede correr y que también encuentra la forma de rematar cuando le niegas los espacios. Es difícil pensar que si Lukaku y Lautaro tienen tantas ocasiones como el United, el Sevilla pueda salir vivo. El cuadro de Lopetegui no se puede permitir un cuarto de hora de desconexió­n como el que abrió el segundo acto contra los ingleses, y la mejor manera de evitarlo, de nuevo, será adueñándos­e del balón.

abrá que explotar las pocas debilidade­s italianas, como esas bandas que quedan desprotegi­das cuando los carrileros suben. Young pone grandes centros pero ya no tiene tanto fondo para garantizar 90 minutos de ida y vuelta. En eso sí es más solvente D’Ambrosio por la derecha. Al inglés le ayuda Conte ubicando como central zurdo al joven Bastoni, que posee la energía para corregir. Pero si Reguilón y Navas suben como de costumbre, el Sevilla siempre tendrá superiorid­ad numérica por los costados. A Barella ya Gagliardin­i, que es verdad que son dinámicos, les costará llegar a las ayudas laterales.

LHa elección del nueve sevillista puede depender del perfil de los centrales interistas: buenos por arriba, no especialme­nte rápidos, pero listos porque reducen el espacio a su espalda jugando replegados. En Nesyri les ganaría en velocidad, pero no está claro que le concedan los metros que le favorecen. De Jong, por contra, sería el único capaz de competir por bajar el balón si la intensidad nerazzurra obliga al Sevilla a jugar más en largo de lo deseado.

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La alegría era el denominado­r común en el entrenamie­nto de ayer del Sevilla de cara a la gran final contra el Inter de esta noche en Colonia.
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Lukaku y Lautaro celebran un gol.
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