La burbuja de la felicidad
La Supercopa femenina de Bilbao aisló a los equipos y resolvió con acierto el riesgo de posibles contagios
Las burbujas iluminaron un nuevo camino triunfal del Perfumerías Avenida el pasado fin de semana. Las de champán por la novena Supercopa y otra más grande, imaginaria, que sirvió para bunkerizar a los participantes directos en el evento disputado en Miribilla.
Tras seis meses de parón, el baloncesto femenino a nivel nacional subió el telón en Bilbao. El Área Médica de la Federación Española elaboró un protocolo que tenían que seguir a rajatabla todas las jugadoras, entrenadores y personal de la organización y la FEB que iban a estar en contacto directo los dos días del evento. Se activó el jueves y la burbuja se pinchó el domingo a las 23:00 horas, una vez que se entregó el trofeo al Avenida.
Todos ellos, un centenar de personas, quedaron alojados en un hotel cerrado para ellos. Se sometieron a un test PCR una semana antes de la Supercopa y al llegar a Bilbao pasaron otro. Los huéspedes quedaban recluidos en sus habitaciones hasta conocer el resultado.
Mientras, el resto de personas vinculadas al evento permanecían en otros establecimientos hoteleros. Así, había ocho profesionales en la producción televisiva; cuatro se fueron a un hotel y los otros cuatro, al otro. Sólo se comuni- caban por teléfono entre ellos.
Cada día, todos los integrantes de la burbuja debían tomarse la temperatura. A la hora de comer, no se podían juntar más de dos equipos en el restaurante del hotel. Todos se desplazaban en vehículos higienizados habilitados por la FEB. Entre cada sesión de entrenamiento, se dejaba un lapso de 15 minutos para la desinfección de la cancha. Durante los partidos no había silla de cambio y los técnicos tenían que portar mascarilla siempre que fuera posible.