AS (Levante)

Pogacar es la bomba

- JUAN GUTIÉRREZ

La imagen de Laurent Fignon desolado en la crono final de París, tras la sorprenden­te remontada de Greg LeMond, resurgió ayer en la memoria del Tour, 31 años después. La imagen de desolación la protagoniz­ó esta vez Primoz Roglic, sentado en el suelo con la mirada perdida. El amo y señor de esta edición 2020 había sucumbido en La Planche des Belles Filles, en las puertas de los Campos Elíseos, las puertas del paraíso. Otro esloveno, Tadej Pogacar, que mañana cumple 22, neutralizó los 57 segundos de su compatriot­a y hoy se coronará campeón tras una actuación brutal, memorable, que le abre la ventana del presente y del futuro.

Pogacar ha sido el más fuerte del Tour. Y no es oportunism­o. El líder del UAE había perdido 1:21 en el abanico de Lavaur. Todo su ahínco ha sido remontar, como la hormiguita, con un ataque aquí y otro allá. Parecía insuficien­te para doblegar a Roglic, siempre escoltado por el robótico Jumbo. Pero cuando el duelo fue cara a cara, sin compañeros, sólo con un reloj de testigo, el joven de aún 21 años arrasó en los 36 kilómetros de los Vosgos. Pogacar ganó con 1:56 sobre Roglic, le ha sobrado casi un minuto para auparse en París. Sin contar la pérdida del viento.

Richie Porte, otro damnificad­o en el abanico, completará el podio a sus 35 años. Un ciclista que siempre aparecía más en las apuestas que en las clasificac­iones, al fin ha rematado un brillante papel con su primer cajón en una grande, cuando menos se lo esperaba, cuando se ha liberado de la presión. Detrás del australian­o aparece en la general Mikel Landa, cuarto por segunda vez en su vida, primer español en la batalla francesa, justo un puesto por delante de Enric Mas. Landa también cayó en la trampa de Lavaur. Curiosamen­te, tres de los cuatro primeros fueron víctimas del viento, todos se han visto obligados a remontar. Entre ellos el campeón, el glorioso Pogacar.

La historia de la contrarrel­oj fue la historia de un rodillo. A falta de 17 kilómetros ya le quitó las pegatinas a Miguel Ángel López, que ni siquiera pudo seguir la rueda del cohete que le acababa de adelantar. El colombiano segurament­e se acordó en alguna fase de por qué apenas dio relevos tras al sterrato de Glières cuando Porte se quedó rezagado. El australian­o le ha levantado el podio. Y también le han superado Landa y Mas. Pero volvamos al verdadero Superman de la jornada, que llegó a pie de puerto con más de medio minuto recortado a Roglic. El cambio de bicicleta ya mostró la moral de uno y la agonía que comenzaba a invadir al otro, una ansiedad que creció en la ascensión. Pogacar volaba, fácil. Mientras que Roglic iba cruzado, con la cara desencajad­a, el casco torcido, sin ritmo. Se sabía perdedor. En la meta abrazó a Pogacar, deportivo... y hundido.

Hace un año y cinco días, Roglic redondeó su victoria en la Vuelta y le dijo a su equipo: “Quiero el Tour”. Toda su preparació­n ha ido encaminada a la conquista, todas las carreras anteriores las convirtió en exhibicion­es. Quizá la clave de su derrota ha estado ahí: llegó demasiado fuerte, el final se le ha atragantad­o. En el podio de aquella Vuelta ya aparecía su amenaza: Pogacar acabó tercero, con tres etapas. Tenía 20 años. Dos meses antes, Egan Bernal había seducido al mundo con su victoria en el Tour a los 22. Aquello se interpretó como el inicio de una era. Nadie contaba, todavía, con el Ferrari que venía por detrás, capaz de llevarse el Tour a lo Merckx, con tres etapas, la Montaña y el Joven, justo por delante de Mas. Mal enemigo de generación para el balear.

21ª etapa

La etapa en directo y la crónica en

Eestoy impresiona­do. No me lo esperaba y más con esa fortaleza con la que Pogacar se va a proclamar hoy campeón del Tour de Francia. Roglic no mostró apuros ningún día durante estas tres semanas hasta ayer, tenía un equipazo y la única explicació­n que tengo es que no pudo con la presión. Es un golpe muy duro. Dudo que lo supere y logre ganar alguna vez el Tour. Nunca se sabe, pero esta era la ocasión y la edición perfecta, lo tenía en su mano. Es como se llama en otros deportes el miedo escénico en las grandes citas. En algunos momentos ha racaneado en sus ataques y ahora lo ha pagado.

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El esloveno Tadej Pogacar, de 21 años, avanza entre el público por las rampas de La Planche des Belles Filles durante la contrarrel­oj.
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