AS (Levante)

Esperar a Mbappé

Debutaron Marvin y Arribas ● Ni un minuto para Mayoral y Jovic ● Paradón de Courtois y partidazo de Varane

- VOLÓ A VITORIA

FUERA

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Rodrygo, al otro lado, se mostró más tímido. Su visibilida­d es mucho menor si no le acompaña el gol. Y a Benzema, el único galáctico que queda en pie, le llegó poco medianamen­te rematable.

Lo mejor de la Real sucedió, en la primera mitad, a espaldas de la pelota. Sus centrales ocultaron mucho a Benzema y sus laterales resistiero­n a los brasileños del Madrid y los arranques en largo de Mendy. Imanol retrasó sin disimulo a Oyarzabal para fortalecer el dique en el centro del campo y así pasó el equipo la primera mitad, entre encogido y protegido, más sometido que amenazado.

A efectos contables quedaron un disparo desviado y una clarísima ocasión de Benzema, errada tras sentar a Remiro, varios centros inconcluso­s y una media vuelta a quemarropa de Sergio Ramos que sacó Aihen con el muslo y una mano no punible. El goteo de ocasiones fue derivando en torrente hasta que al otro lado Courtois, que estaba de más, se vio obligado a sacarle un mano a mano a Isak. En paradas así se sujetó parte del título del Madrid. Y a vuelta de vestuario, Barrenetxe­a, el blanquiazu­l más relampague­ante, cruzó en exceso su volea tras excelentís­imo pase de Oyarzabal, cuyo aparición equilibró mucho el partido.

La Real, a partir de entonces, también tuvo respuesta. Aceptando cierta reclusión, su contragolp­e tuvo más intención. La falta de preparació­n de uno y otro fue abriendo las líneas, alargando las distancias, abriendo brechas. Imanol decidió tirar de Silva y colocó de nueve a Oyarzabal. Un cambio justificad­o porque Isak nunca fue amenaza para los centrales del Madrid.

La respuesta de Zidane fue meterle pulmones al partido, Casemiro y Valverde, más otra sorpresa, Marvin, una de esas flechas que han hecho al Madrid juvenil campeón de Europa. Las grandes crisis sacan a flote a la cantera y vuelven atrevidos a los entrenador­es.

La falta de combustibl­e hizo que el encuentro quedase en el alambre. Al Madrid le faltaba finura para sacar algo de su juego interior, contra el que parecieron muy advertidos Elustondo y Le Normand, ambos magníficos. Y a la Real le perdía la falta de precisión en sus salidas, muchas de ellas francas, con el equipo de Zidane muy desabrigad­o. Resultó titánica en esa fase la labor de Varane, al que el partido de Mánchester le perseguirá durante mucho tiempo.

Y así, en medio de una fatiga extrema que fue quitándole toda la sustancia anterior, acabó el partido. Aún tuvo tiempo Zidane de hacer debutar a Arribas, uno de esos juveniles descarados que educa Raúl. Quedó para la estadístic­a pero no pudo ya cambiar el rumbo de un duelo que reitera el aviso al campeón. Sin gol no se va lejos.

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