El major se hace esperar
Rahm (+10) quedó fuera de la pelea en el US Open, que ganó DeChambeau con -6
Nunca un español ha conseguido ganar un US Open. El dato seguirá siendo válido próximamente porque ni Jon Rahm ni Rafa Cabrera Bello, los únicos dos golfistas nacionales que consiguieron superar el corte y sobrevivir cuatro jornadas al diabólico Winged Foot, pudieron pelear ayer por el primer major del calendario.
El vizcaíno tendrá que esperar al menos hasta noviembre, cuando se disputará el Masters de Augusta, quizá el que mejor encaja con su juego, para volver a pujar por su primer grande. En este US Open, el más exigente de todos, también cruel, sólo dio la sensación de tener opciones el primer día, cuando firmó -1 y se metió en el pelotón de cabeza. Una reunión urgente esa noche de la USGA, la Federación Estadounidense, lo cambió todo. Una veintena de jugadores en el par o por debajo era intolerable. La consigna a partir de entonces: dejar endurecer los greenes del trazado de Nueva York (EE UU).
El torneo se convirtió en un juego de supervivencia y Rahmbo nunca llegó a estar cómodo. Ni desde el tee, ni con los hierros ni en los greenes. El +6 del sábado arruinó su apuesta y el +3 de ayer, con cinco bogeys, tres birdies y un doble bogey demoledor en el 18, le dejó en la 23ª plaza. Resultado que tampoco sirvió para amenazar el número uno de Dustin Johnson, más sólido con +2 en las tres últimas vueltas y +5 en total para un top-10.
Cabrera El canario volvió a sufrir y se fue a +8 en la última vuelta
No le fue mucho mejor a Cabrera Bello, otro que cerró la primera mitad del torneo con opciones y acabó engullido por la trampa mortal de Winged Foot. El canario añadió un +8 a su +4 del sábado, con dos birdies, dos dobles bogeys y seis bogeys, y enterró definitivamente las opciones de estar entre los mejores.
Esos eran Bryson DeChambeau y Matthew Wolff, que convirtieron el desenlace en un mano a mano. El cañonero científico, que exprime cada bola desde el tee y juega con una configuración de palos única, contra uno de los jóvenes valores del circuito, con un swing que ningún profesor recomendaría pero que le ha puesto a las puertas de un trofeo de caza mayor a los 21 años. Curioso duelo que en la recta final se decantó del lado de DeChambeau, con un vueltón de -3 para -6 en el acumulado y cuatro impactos de ventaja sobre Wolff (+5 en el día). El californiano, de 27 primaveras, cuenta ya con siete victorias en el PGA, cuya estadística de distancia desde el tee lidera de calle. Una nueva dieta para ganar músculo y una modificación en su swing le han convertido en el gran pegador del circo norteamericano. Un bicho raro que despierta admiración y suspicacia a partes iguales, pero con un método que va dando grandes réditos.
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