AS (Levante)

Antes que Holanda, Hungría

Hasta 1960, la corriente del Danubio, con un estilo de juego innovador, llegó al Barcelona de la mano de jugadores como Platko, Kubala, Kocsis o Czibor

- A. MARTÍNEZ /

Antes de la llegada de la escuela holandesa, personific­ada en las figuras del entrenador Rinus Michels (1971) y de la estrella de la época Johan Cruyff (1973), al Barcelona llegó el fútbol húngaro.

Desde los años 20 del siglo pasado existió un interés por ese fútbol que llegaba de la cuenca del Danubio. En 1923 Joan Gamper invitó al famoso MTK Budapest a disputar dos partidos y quedó predando de Franz Platko, un gigante rubio y ágil bajo palos al que Rafael Alberti le dedicó un poema por sus paradas imposibles. La figura de Platko es la primera que une al Barcelona con Hungría y con Jimmy Hogan, el rebelde técnico británico que sembró la semilla de ese otro fútbol.

“Jimmy Hogan nos enseñó todo lo que sabemos”, sintetizó Sandor Barcs, presidente de la Federación Húngara , después del 3-6 a Inglaterra en Wembley el 25 de noviembre de 1953. Este inglés trotamundo­s se desmarcó de las ideas de la época y creó una metodologí­a en la que el fútbol se basaba en la asociación de los jugadores mediante pases cortos (keep into the carpet). “La historia de los Magiares Mágicos comienza a principios de los cincuenta pero las bases se fundamenta­n mucho antes. Hogan fue el impulsor al trabajar con el MTK

Budapest durante el periodo de reclusión que vivió en la Gran Guerra”, explica Álex Couto en su libro Fútbol Total.

En la década de 1930, los húngaros Ernst Löwinger, György Szeder y Elemér Berkessy jugaron en el Barça. Silberstei­n, sólo jugó cinco encuentros al reclamarlo su país. Regresó a Hungría, donde murió en un campo de concentrac­ión en 1945, el día después de que Adolf Hitler se suicidara. Berkessy (1934-36) llegó a Barcelona procedente de París bajo la dirección de Platko. El excelente jugador se convirtió en el primer goleador húngaro en la historia de La Liga.

Aquellas pequeñas semillas se multiplica­ron en la década de los 50. Primero con la llegada de Ladislao Kubala, el primero que tiró faltas por encima de la barrera. Luego, Czibor y Kocsis en 1958 supusieron una revolución en la ciudad. Kocsis y Czibor, a diferencia de Kubala, sí habían pertenecid­o al Aranycsapa­t (equipo de oro) que ganó los Juegos de 1952 y quedó subcampeón del mundo 1954. Sus innovacion­es futbolísti­cas tienen otro padre, Gustav Sebes, creador del falso nueve con Hidegkuti. La escuela húngara, aunque fuera de manera desordenad­a, dejó huella en el Barça.

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Kubala, Kocsis y Czibor, tres mitos húngaros del Barça.

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