AS (Levante)

El clásico

Dos goles del navarro, enemigo eterno del Madrid, meten al Athletic en la final de la Supercopa

- LUIS NIETO

Fue el sueño de Raúl García, la pesadilla de Lucas Vázquez, otro día (perdido) en la oficina de Hazard y un nuevo Clásico que se le escapa a Rubiales, que reinventó la Supercopa para buscarlo y que, por segundo año consecutiv­o, no lo encontró. Así se despidió el Madrid de su primer título y así evidenció Marcelino que es un entrenador instantáne­o. El Athletic salió valiente y vivió de las rentas después. En el Madrid, sólo Asensio hizo por estar en la final.

Hace tiempo que no hay sobresalto­s en las alineacion­es del Madrid. Tampoco en las del Athletic, pese al cambio de técnico. El asunto es determinar si eso habla bien de los que juegan (mucho) o mal de los que esperan (demasiado), aunque la sospecha es que los banquillos andan escuálidos. Este miércoles mismo un Madrid sin gol licenció a un presunto anotador que costó 60 millones para ahorrarse dos de su ficha, síntoma inequívoco de que de ahí nada cabía esperar a corto plazo. Podría hablarse de un mal negocio si no fuera porque quedárselo habría supuesto un negocio aún peor.

Así que salieron los de (casi) siempre en las dos orillas, con un suspense previo sobre Ramos, que notó alguna molestia en el calentamie­nto y evacuó consultas con el médico antes de dar el sí, y con Dani García por Vesga en el Athletic.

A falta de novedades en el once, Zidane las aportó en el dibujo: un 4-4-2 asimétrico con Modric moderadame­nte en la derecha más el soporte de Lucas Vázquez, Asensio en la izquierda (en Pamplona se indigestó con el cambio de banda) y Hazard en la mediapunta. Una vuelta de tuerca por ver si el belga encuentra su lugar en la vida. Un golpe de timón para dinamizar el ataque de un equipo cortísimo de definición. Un intento por darle un socio a

Benzema que maneje, como él, más el lenguaje de la inspiració­n que el de la abnegación. Ni por esas.

Quedó, eso sí, un Madrid más acorde con su historia. Lleva meses jugando al revés, ahorrando mucho atrás porque no le da con su ataque. Esta vez regresó a los tiempos de Casillas por los suelos y Cristiano por los cielos, pegando y recibiendo. Aunque en orden inverso. Después de dos intentos de Hazard, tan fallidos como lo está siendo su fichaje, se tragó un gol por imprudenci­a: erró en la salida Lucas Vázquez y se lo hicieron pagar los García. Dani robó, Raúl decidió. La ley de Marcelino. El sueño del ex del Atlético, nunca grato en el Madrid. Se procuró una zona poco protegida, entre Casemiro y los centrales, y le dio la noche al equipo de Zidane.

El gol limpió aún más el partido, tan divertido ya como el de la víspera. Un remate de Asensio, otro de

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Los jugadores del Athletic celebran con Raúl García el primer gol al Madrid de los que dos que consiguió el atacante navarro.
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