AS (Levante)

Historia contra futuro

Djokovic aspira a su 17º Grand Slam y 9º en Australia ● Medvedev, al primero y a arrebatar a Nadal el número dos

- I. ALBARRÁN / LA PREVIA

No soy una web de apuestas, no sé qué decir. Podría ganar Medvedev, sería bueno para él y para el tenis”, dijo Stefanos Tsitsipas después de perder en semifinale­s contra el ruso que se enfrentará hoy (09:30, Eurosport) a Novak Djokovic en la final del Open de Australia. Esas palabras no le hicieron ninguna gracia al serbio, que en Eurosport, lanzó un aviso a los jóvenes que como el griego, Alexander Zverev y el propio Medvedev pretenden derrocar al Big Three, el grupo legendario que forma con Roger Federer y Rafa Nadal: “Se ha hablado mucho sobre las nuevas generacion­es y que se van a deshacer de nosotros tres, pero en realidad eso no está sucediendo todavía. Con mi respeto a todos esos muchachos, todavía tienen mucho trabajo por hacer. No voy a quedarme aquí y entregarme. Voy a hacer que muevan el culo”.

Nole intentará defender el honor de la vieja guardia a sus 33 años y al mismo tiempo recortar la ventaja que sobre él tienen en cuanto a títulos de Grand Slam sus compañeros y rivales, que acumulan 20 frente a sus 17. Un éxito le convertirí­a en el segundo de la lista de jugadores que más veces han ganado un mismo ‘major’. Sumaría nueve en Australia, por detrás de los 13 de Nadal en Roland Garros y por encima de los ocho de Federer en Wimbledon. Medvedev (arrebatará

el número dos a Nadal si gana) aspira a estrenar su palmarés a los 25 en su segunda final de un grande, después de la batalla en la cayó contra Nadal en el US Open 2019.

En la Rod Laver Arena, unos 7.400 espectador­es presenciar­án un duelo entre historia y futuro. Djokovic llega tras vivir en el torneo “una montaña rusa”, como él califica una andadura en la que ha tenido que superar partidos complicado­s y marcada por una lesión abdominal que a punto estuvo de provocar su retirada. El camino de Medvedev fue más estable. Sólo se enredó al perder dos sets contra Filip Krajinovic en un choque que tenía dominado. Por lo demás, pasó por encima de sus rivales, incluido Tsitsipas, y ha estado cuatro horas y 25 minutos menos en pista que el balcánico. “Es el rival a batir”, dijo este sobre él. “Está jugando con una calidad extremadam­ente alta y en una racha ganadora de 20 partidos”, argumentó. No va más.

El tenis femenino, imprevisib­le y muy abierto desde que Serena Williams decidió parar en 2017 para ser madre, ha encontrado una nueva dominadora: Naomi Osaka. La japonesa levantó ayer su cuarto título de Grand Slam tras vencer por 6-4 y 6-3 en 71 minutos a Jennifer Brady en la final del Open de Australia. Osaka va a uno por año desde 2018. Nadie desde la gran Serena había logrado ganar al menos un major cada curso durante cuatro de manera consecutiv­a. La última gran racha de la estadounid­ense tuvo lugar entre 2012 y 2017, con 10 éxitos.

A los 23 años, la dos veces campeona del torneo oceánico lleva un ritmo ligerament­e inferior al de Serena, que a esa edad ya había cosechado seis copas, pero son innegables las similitude­s.

Naomi, que hizo llorar a su ídolo el jueves en semifinale­s al cortarle el paso de manera incontesta­ble, ya no es la muchacha tímida que casi no hablaba en sus inicios, se ha vuelto un referente en el circuito con actos de reivindica­ción como los que protagoniz­ó durante el US Open para denunciar la violencia policial contra los negros en Estados Unidos. Brady lo reconoció en la entrega de premios: “Eres una inspiració­n para todas nosotras”. Tiene su propia línea de equipacion­es que lleva su nombre, de la misma marca que Williams, Nike. Ya ha sido número uno y con su último triunfo sube al segundo puesto del ranking. También es capaz de enlazar muchas victorias. De hecho, lleva casi un año sin perder. La última jugadora que le ganó fue la española Sara Sorribes, que le pasó por encima con un 6-0 y 6-3 en la Copa Federación el 7 de febrero de 2020. Lleva 21 triunfos seguidos.

La nipona era muy favorita en la final contra Brady, aunque la tenista de Harrisburg, muy meritoria si se tiene en cuenta que padeció un confinamie­nto duro de 14 días en un hotel de Melbourne al haber estado en contacto con casos positivos por coronaviru­s en un vuelo desde Abu Dabi, mantuvo el tipo en un primer set que se le escapó por culpa de las dobles faltas y de un par de errores evitables. En el segundo le pasó por encima el vendaval Osaka, más fuerte que el viento que sacudió a rachas la Rod Laver Arena, con un 4-0 de salida que luego maquilló. Nunca peligró la victoria de la indiscutib­le líder del circuito WTA, que lo es por encima de la irregular y discreta número uno, Ashleigh Barty, eliminada en cuartos. Sólo una tenista discutió el dominio de Naomi en Australia, Garbiñe Muguruza, que tuvo dos puntos de partido y saque para ganar contra ella en octavos. Quién sabe si fue el nacimiento de un nuevo clásico.

Referente Osaka toma el relevo de Serena Williams como líder del circuito

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