Olmo, como Rubén Cano
Vaya susto.
Todo ocurrió en un Domingo de Ramos... sin Ramos. Estábamos todos sin respuestas. Con otro bajonazo en forma de resultado indefendible. Esta vez ante Georgia, un país que el 9 de abril cumplirá 30 años y cuyo nombre identificábamos de críos con la tierra de Martin Luther King y esa capital cosmopolita, Atlanta, que acogió los Juegos Olímpicos de 1996. Pero la Georgia postsoviética ya avisó el pasado jueves de lo que era capaz, poniendo en aprietos a la Suecia de Ibrahimovic. Y a nuestra España ya la tumbó en un triste amistoso en el Coliseum de Getafe que recuerdo como un dolor de muelas. Georgia no es como Grecia, que se limita a defender como si no hubiera mañana. Este equipo tiene talentos naturales, desguionizados, que cogen la pelota y te tiran dos caños y un regate en seco. Así es un tal Khvicha Kvaratskhelia (pagaría lo que fuera para que fuera compañero de Joaquín en el Betis, a ver cómo se dirigiría a él con ese nombre y apellido). El chico metió un gol de calidad y amargó el debut de Pedro Porro, que sufrió hasta que Luis Enrique devolvió la lógica metiendo a Marcos Llorente en el campo en busca de la remontada. Míster, los experimentos con gaseosa. La España del primer tiempo era irreconocible, sin talento (¡Thiago no puede ser suplente!) y atrás con chavales que en el eje de la zaga apenas han jugado esta temporada. Eric García inédito casi en el City de Guardiola y Diego Llorente apenas ha jugado en el Leeds de Bielsa. Y un banquillo plagado de presuntos titulares. Mucha concesión...
Y apareció Dani.
Puedo hacer el chistecito fácil y decir que a esta selección no se le pueden pedir peras al olmo, porque sí podemos pedirle el técnico asturiano que saque de inicio a
Dani Olmo, un jugador diferencial que a sus 22 años se ha ganado un puesto entre los tres de arriba por su verticalidad y atrevimiento. Y pegada. Ya ante Grecia reventó el larguero de los helenos. Y ayer, en el minuto 92, nos hizo saltar a todos los españoles del sofá de casa con un gol salvador que nos ha devuelto la vida. El chaval de Tarrasa metió un gol muy alemán, con un cañonazo que dobló las manos de Loria, callando las bocas de 18.000 georgianos que se tiraron al suelo de rabia e impotencia. Me gustó mucho la celebración del gol, con una piña a la que se incorporó enloquecido Unai Simón corriendo desde su portería. Eso refleja la unidad de un equipo que también sabe sufrir para ganar. Este golazo heroico de Olmo será recordado como el de Rubén Cano en Belgrado antes del Mundial de Argentina en 1978. Aun sufriendo, ganar así sabe mucho mejor.
La apuesta.
Creo que ha llegado el momento de pedirle a Luis Enrique que apueste por un once, por un equipo reconocible en el que puedan entrar cinco o seis variantes pero sabiendo la jerarquía de cada uno. El debut de Pedro Porro era el 22º en 20 partidos del asturiano al frente de La Roja. Más debuts que partidos. Eso es normal cuando hay amistosos, pero cuando te estás jugando la vida son ganas de lanzar bolos al aire sin saber dónde van a caer. Me gusta el espíritu de Luis Enrique y su idea agresiva del juego, pero ya toca tener un once más definido. Justo lo que sí ha hecho en la portería. Unai Simón es su portero y yo comparto su sabia decisión. No ha flotado el puesto. Así es como Unai coge confianza entre los tres palos y sus compañeros en él. Lo importante es que hemos sacado tres puntos que eran obligados y que ahora saben a gloria. Gracias a ti, Dani Olmo. Pedazo de crack.