La Masia renace
Koeman ha apostado por Araújo, Mingueza, Ansu e Ilaix; ha dado luz verde al regreso a casa de Èric García; y asoman Collado, Jandro, Balde y Nico
Veteranos Piqué, Alba y Busquets marcan el camino a los jóvenes esta temporada
Laterales Miranda crece en su cesión en el Betis y por detrás viene Balde
ILAIX Y LA REVERENCIA A KOEMAN
La imagen de la Selección de Luis Enrique el pasado domingo en Tblisi, con Èric García, Dani Olmo, Thiago, Sergio Busquets y Alba sobre el césped, transportó a La Masia. Porque en el Barça, eso también está pasando. Y además, en curiosos escalones. Para empezar, Koeman ha recuperado a tres canteranos veteranos que parecían sentenciados después del 2-8 del Bayern en Lisboa. Aquella noche, en Da Luz, Piqué se ofreció a dar un paso a un lado; y Busquets y Alba aparecían en todas las listas de transferibles del verano. Koeman, sin embargo, se sentó con los tres. Los ha recuperado en términos de rendimiento y de compromiso en el vestuario para explicar una manera de hacer, la de La Masia.
Los malos tiempos deportivos, y económicos, más la valentía de Koeman, han precipitado un renacimiento de La Masia. El holandés convirtió a Ansu Fati, ahora lesionado, y Araújo, en fijos casi desde el inicio de temporada. Y luego, ha sido un técnico meritocrático. Ha mantenido a Mingueza porque supo rendir cuando necesitó elementos en defensa; y ha ido aumentando el número de minutos de Ilaix Moriba de manera acorde a su rendimiento en partidos clave como los del Sánchez Pizjuán y el Sadar ante Sevilla y Osasuna.
Y Koeman quiere más. Dio el visto bueno al fichaje de Èric García porque era consciente de que se ahorraba el proceso de aprendizaje de cualquier fichaje. El central del Manchester City, apenas 20 años, llegará en junio y ya conoce los secretos de la base y el lenguaje del fútbol que se habla desde hace más de tres décadas en Barcelona. Porque también se crió en La Masia.
Aparcando el asunto de Riqui Puig, un jugador con ADN Barça pero con el problema de un lobby que por ser favorable de manera incondicional se ha vuelto tóxico y ha intentado elevarle por encima de una buena toma de decisiones en el campo, La Masia no para de gotear jugadores. Y Koeman está más que atento. Esta temporada ya ha debutado Konrad (2001), un extremo con desequilibrio que puede ayudar en estos tiempos de austeridad en Barcelona, pero que también debe cometer menos errores en el campo. Varios centrocampistas, además, se abren paso en las preferencias de Koeman. Álex Collado (1999), fino zurdo, debe romper ya. Jandro Orellana (2000), medio de calidad, podría hacer la pretemporada con el primer equipo. También crece Nico (2002), hijo del mítico Fran del Depor.
Algo lento, es técnico y tiene buenos fundamentos de juego. Como mediocentro posicional,
Con 18 años recién cumplidos, Ilaix es un jugador eminentemente emotivo y pasional, con el que el Barça ha tenido que moldear ciertos parámetros, económicos y deportivos, que usa con todos los canteranos. Todo por conservarlo, y cocer su formación hasta que explotase. Con Koeman tiene tanto feeling que en Sevilla le agradeció con una reverencia sus primeros minutos en Liga. Ilaix termina contrato en junio de 2022; su renovación es prioritaria. ha crecido a las órdenes de García Pimienta. Hace años que el Barça busca un recambio de Sergio Busquets...
Y hay futuro en el lateral izquierdo. Juan Miranda (2000) ha madurado esta temporada en el Betis. Considerado uno de los mayores valores de La Masia hace tres años, en el club hubo dudas sobre su nivel competitivo. Con Pellegrini se ha endurecido y el Barça tiene una opción de renovación unilateral. El jugador está feliz en Heliópolis, pero la última palabra es del club azulgrana y sus progresos son obvios. En el mismo jardín en el que se ha ido criando Miranda, crece Alejandro Balde (2003), que apenas tiene 17 años pero una proyección. Finalmente, también hay porteros: Iñaki Peña (2000), Arnau Tenas (2002). La Masia crece.
En julio de 1996 me encontraba en París por razones sentimentales que hoy día resultan enternecedoras y embarazosas. A estas se añadió inesperadamente un motivo deportivo que se convirtió en un momento señalado de mi vida. Arribaba el Tour a la Ciudad de la Luz, en la edición que perdió Induráin. O que le robaron. Era un domingo soleado en la ciudad más hermosa y romántica. Grité como un loco enamorado dándole las gracias por las alegrías pasadas, me parecía mucho más importante estar presente en su derrota que celebrar sus triunfos. Recuerdo que me miró, aunque puede que esto último no sucediera. Las mejores nostalgias son las inventadas. Yo perdería también la primera razón de ese viaje más adelante, de un día para otro, como si nunca hubiera sido real. Esa derrota no la supe celebrar.
El Barça me había llevado estos últimos años a ver sus partidos como fui aquel día a los Campos Elíseos, con melancólica lealtad, dando las gracias por unos tiempos mágicos que no iban a volver. Se agotó el perfume, como decía Echávarri de Induráin. Había pasado de largo la mejor generación, los mejores triunfos, habíamos malgastado por incompetencia directiva los mejores años del mejor de la historia, en los que el Barça debía haber arrasado. No lo hizo mal, pues la IFFHS ha declarado a los azulgrana mejor equipo de la década 2011-2020, pero la imposición del blanco, imperialista relato sobre la primacía de la Champions sobre todo lo demás opacó la regularidad doméstica.
BHa vuelto la ilusión a mis ojos de espectador del devenir blaugrana
ien, igual que volví a París con otras personas y en otras estaciones, disfrutando o sufriendo con nuevas compañías, ha vuelto la ilusión a mis ojos de espectador del devenir blaugrana. Unos cuantos jóvenes talentosos, canteranos ilusionantes y veteranos reactivados, un entrenador serio y sincero, el amor de nuestra vida que se iba a ir pero se quedó, la vuelta del espíritu Cruyffista al timón del club. Queda pasar la primavera, vendrán borrascas, alergias, pero el perfume de un verano nuevo comienza a apreciarse.