“Pudiendo pelear en el Bernabéu, no hay otra”
Ilia Topuria (Halle, Alemania, 27 años) demostró tanta determinación dentro como fuera de la jaula. Cumplido su objetivo de ser campeón del mundo, quiere pelear ahora con el hombre que elevó a la UFC a otra dimensión, Conor McGregor. Con él, la compañía d
Ilia Topuria hizo historia, como prometió que haría. Y noqueó a Volkanovski. Rodeado de toda su familia, se ciñó el cinturón. Ahora toca mirar hacia adelante. Y en su horizonte aparecen Conor McGregor y el Santiago Bernabéu.
—Noqueó a Volkanovski en el segundo asalto...
—Primero de todo, no necesito a los jueces. Cuando estoy peleando, ellos se pueden ir y tomar un descanso. Pero sí, el tío era muy rápido. Lanzaba jabs rápidos. Me tomó un poco de tiempo estudiarle, pero cayó en el segundo asalto.
—¿Cómo sabía que el KO iba a llegar tan rápido?
—Solo estaba esperando a que llegase mi momento. Me conectó algunos golpes, y él estaba como celebrándolo. Y yo como: ‘Ahora es mi turno’. Desde el primer momento, busqué hacer combinaciones largas, de tres, cuatro o cinco golpes. Son mucho más difíciles de esquivar las largas que las cortas. Hicimos un buen trabajo, me convertí en campeón del mundo. Estoy muy feliz y agradecido. He podido vivir esto y lo he podido disfrutar durante toda la semana. Así que estoy muy feliz.
—Volkanovski fue campeón durante mucho tiempo. ¿Cree que merece la opción de una revancha?
—Es muy buena persona. Para ser sincero, en este punto, le voy a dar la revancha porque es una buena persona, pero, a la vez, es hora de ir hacia adelante. Es el momento de limpiar la división, de las nuevas generaciones. Que tengan nuevos retos, nuevos lugares... Y, para ser honesto, mi trabajo es pelear. Quien sea que me digan que tengo que pelear con él, será el siguiente.
—Después de proclamarse campeón, pidió a Conor McGregor. ¿Por qué él?
—Porque Conor representa el último capítulo de las MMA. Quiero cerrar ya el capítulo y dejarlo en el olvido, es la pelea que yo quiero.
—Dice que se medirá con quien diga la UFC. ¿Contempla a Max Holloway o a Brian Ortega?
—Absolutamente, no. Ninguno de ellos tendría sentido. Como ya he dicho, necesito nuevos retos.
—Dana White (presidente de la UFC) dice que el Santiago Bernabéu sí que es una posibilidad. Para usted, ¿cómo sería pelear ahí?
—¿Eso dijo? Tendremos que tomar un par de copas de whisky para convencerlo.
—Si el evento no se hace en el Bernabéu, ¿dónde le gustaría que fuese?
—En el Bernabéu. Yo me quedo con el Bernabéu. Pudiendo pelear en el Bernabéu, ya no hay otra.
—Si de usted dependiera, ¿qué fecha le gustaría?
—Acabo de salir de una pelea, dejadme descansar. No quiero ahora mismo pensar en eso. Quiero tomarme un par de tragos y disfrutar con mis amigos (todo el clan tomó camino de Beverly Hills, en Los Ángeles). Lo último que quiero es pensar en la pelea.
—Habló de la importancia de la meditación. ¿Qué papel ha tenido la meditación en la pelea más importante de su vida?
—El que no sabe a qué puerto navega, ningún viento le es favorable, por lo que cada ser humano tendría que saber cuáles son sus objetivos. Para saber cuáles son tus objetivos tienes que meditar, necesitas visualizarlo.
—¿Qué le diría a todos los aficionados que le apoyan?
—Que estoy muy agradecido. Quiero servir de ejemplo de motivación e inspiración a todos los jóvenes que me han visto. Que da igual de dónde vengas, si sabes hacia dónde vas, es mucho más importante lo que tenemos enfrente que lo que dejamos detrás. Uno tiene que confiar en sí mismo, confiar en Dios y en que todo es posible en esta vida. Todos tenemos un propósito, solamente hay que confiar en él y no darlo por hecho.
—¿Cómo ha sido el impacto en su gimnasio de Alicante? Los hermanos Climent han construido a un campeón del mundo de la UFC...
—Es otra prueba más, y otro ejemplo para los jóvenes que creen que necesitan un gimnasio de la hostia y unos sacos, instalaciones... Nosotros somos el claro ejemplo de que, si tú tienes una visión, da igual las condiciones que tengas. Puedes convertir y hacer tus sueños realidad. Nosotros hemos creído en nosotros mismos, hemos trabajado superduro con lo que hemos tenido. Hemos remado, nadie nos ha regalado nada. Y aquí hemos llegado, a lo que tenemos en esta mesa, un trocito de oro.