AS (Pais Vasco)

El impacto Sampaoli: un técnico que gana con dos defensas o sin delanteros

Mirado con recelo al principio, el sevillismo ya aprecia sus ingeniosas soluciones tácticas

- SEGÚN JUAN JIMÉNEZ

Si hasta Jorge Sampaoli (Casilda, Argentina, 1960) se reconoce como un entrenador de excesos, qué pensar del impacto que supuso su aterrizaje en el sevillismo. Era imposible intuir, después de tanta pasión y éxito desbordado­s por Emery en sus tres años y medio, que alguien pudiese subir la tensión eléctrica del Sevilla un solo voltio más. Según los cronistas más expertos de la ciudad, la fibra sensible que ha sabido tocar Sampaoli es su espíritu camaleónic­o. Capaz de ganar con sólo dos defensas al Espanyol en la primera jornada de Liga y de empatar a cero sin delanteros puros en Turín, se aplaude su ingenio para encontrar soluciones tácticas. Pero ahora es fácil arrimarse a Sampaoli, sobre el que existieron sospechas. Su discurso de presentaci­ón, en el que habló de “amateurism­o”, de gusto por el juego en sí y de la “rebeldía al sometimien­to”, le sonó vacío a un cierto sector de crítica y socios. Sampaoli ha ido revelando, sin embargo, que es incluso más pragmático que romántico. Que es el mismo técnico que ganó la Copa América con Chile entregando su corazón al Gato Silva, Medel, Marcelo Díaz, Isla, Arturo Vidal o Alexis Sánchez. Jugadores agresivos en una selección que mordía.

Y ha ido moldeando al Sevilla hasta encontrar un dibujo tipo (3-5-2) que ya se despliega de memoria pero al que introduce variacione­s tácticas que obligan a su colega rival a estar alerta siempre. Ecléctico, su fútbol gira sobre la idea Bielsa de presión alta y defensa de uno contra uno, pero la influencia de Lillo le ha permitido quitarle cierto vértigo para darle prioridad a la posesión cuando se requiere. Fiel al título de su biografía (“No escucho y sigo”), fue ganándose la confianza del vestuario con su discurso y de la afición con resultados. Las derrotas de las Supercopas ante Madrid y Barça dejaron paso a las victorias: Lyon, Betis, con la carga sentimenta­l que acarrea, y Atlético en una segunda parte suprema. Este triunfo, en el que se elevó sobre Simeone, fue determinan­te para el aplauso unánime de Nervión.

Frente al 4-2-3-1 más cartesiano de Emery y con Krychowiak, Banega y Gameiro, básicos e irrepetibl­es en el sistema del vasco, traspasado­s, Sampaoli apostó por tres defensas que conocen bien el oficio (Mercado, Rami y Pareja), dos carrileros desatados (Mariano y Escudero), un sostén por el que se pelea medio mundo (Nzonzi), dos jugones capaces de conservar el balón y jugarlo con sencillez (Nasri y Vázquez), un puñal que juega de todo (Vitolo) y un punta (Vietto o Ben Yedder) aún por cocerse. El fichaje de Nasri, futbolista en el que sólo Monchi, que llevaba años observando cómo se pudría en el City, no vio un riesgo sino una oportunida­d, terminó de dar jerarquía al Sevilla. En el francés, Sampaoli encontró el futbolista que cose su equipo y que interpreta con brillantez su idea.

Seis meses justos después de su llegada, en fin, Sampaoli, amante del gimnasio y tipo independie­nte (no es extraño verlo comer o cenar en soledad en algún restaurant­e de la ciudad), es uno de los personajes del año. Otra estrella puesta en el escaparate por el Sevilla.

Perfil Etiquetado de romántico, destaca más por su pragmatism­o

Lillo Su influencia se aprecia en la prioridad por la posesión

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