El canto de un grillo y el ‘corazón contento’

Pensaba que no había nada peor que el sonido de un generador martilleando tu oreja mientras duermes. Es una de las constantes en las cortas noches del Dakar. Pero descubrí que hay cosas peores. En Resistencia hacía un calor insoportable. Tanto, que mientras intentaba conciliar el sueño bañado en sudor, llegué a temer sufrir una deshidratación o un golpe de calor. Cuando parecía que conseguía dormir, Al-Attiyah me sobresaltó probando su Toyota a todo gas para verificar que estaba solucionado su problema. Y cuando se paró, fue un quad el que nos deleitó los oídos. En fin, que transcurrían las horas y parecía que era imposible dormir.

Cuando por fin cesaron las diferentes serenatas propias del campamento, el calor remitió un poquito y parecía que llegaba la ansiada hora de dormir. Pero apareció él, un grillo salido de la nada, se instaló a la altura de mi oreja derecha, y me deleitó con una interminable serenata que parecía no tener fin.

Una hora, dos, tres…cuando por fin se calló y parecía que era el turno de dormir, sonó el despertador. Eran las seis de la mañana y había que poner rumbo a Tucumán, la tierra de Palito Ortega, el cantante de ‘Tengo el corazón contento’, que fue gobernador. Mi corazón no está contento por culpa de un grillo.