El Eibar cumplió el trámite en un partido para olvidar
Cerrojazo rojillo y pulso accidentado con cuatro lesiones
EI Eibar hizo historia al clasificarse por primera vez en su historia para los cuartos de Copa del Rey tras un partido sin mucha historia ante Osasuna. Supo administrar la cómoda y amplia ventaja de tres goles lograda en Pamplona hace una semana en una tarde-noche soporífera de fútbol, pero con muchas incidencias.
Armeros y rojillos empataron a todo y a su vez a nada en Ipurua. Además del resultado cada equipo tuvo que efectuar un cambio por lesión y, viendo cómo se retiraron los damnificados, pueden ser graves.
Juncà abandonó el césped a los diez minutos con ostensibles gestos de dolor y sin poder pisar por un fuerte golpe en el tobillo derecho. El lateral catalán, que no está teniendo demasiado protagonismo durante la competición liguera, se quedó sin poder demostrar su valía en una cita propicia para ello.
Media hora después, Nano se pasó de frenada en una disputa con Nauzet y se llevó por delante a su paisano canario, que se fue a los vestuarios entre lágrimas con el hombro derecho lastimado. Su sustituto Mario tampoco tuvo suerte ya que, en otra acción dividida, Escalante le propinó una dura patada que le dejó sin poder golpear más el balón con el pie. Fue una entrada totalmente fuera de lugar por la que el centrocampista fue amonestado. Y Fran Rico sigue con molestias.
En cuanto al juego poco se pudo destacar. Los espectadores que acudieron al campo apenas tuvieron ocasiones que llevarse a la boca. Menos mal que muchos tenían el típico bocadillo de los duelos coperos…
Volviendo a lo deportivo, los eibarreses siguen buscando dar la campanada en Copa. De momento, ya han llegado los cuartos, donde espera que su próximo rival no se le atragante para continuar haciendo historia. El conjunto navarro, por su parte, termina su aventura en este torneo y ya está exclusivamente centrado en su principal objetivo: el milagro de la permanencia en Liga.
Los porteros Cayeron Nauzet y Mario, como Juncà, y Rico acabó mal