El Racing gana a su modo, con paciencia y Aquino
En la primera mitad no tuvo ni ocasiones, ni ideas, ni pasión
EI Racing parece un buen jugador de póquer. Cuando tiene buena mano recoge sin despeinarse las ganancias y cuando no lleva juego pone cara de no darle importancia y sigue a lo suyo. Tanto, que acaba generando la duda en el que está al otro lado de la mesa. No es exactamente que juegue de farol, no, es que le sirve con no hacer locuras y espera a que le repartan cartas mejores.
Ayer pasó eso ante el modesto Somozas, casi ya descendido, que durante todo el primer tiempo bloqueó por completo al Racing. Ni ocasiones, ni ideas, ni arranques raciales (más allá de los de Aquino, que no estuvo fino en la primera mitad pero trató de despertar a sus compañeros). Nada. Otro equipo, y otra afición, hubieran entrado en ebullición. El Racing y el racinguismo, no. Dos pitidos y a barajar.
Stili sorprendió a Viadero con cinco defensas y convirtió en contraproducente la ya por sí más que discutible decisión de poner a Héber en la derecha. A los 10’ minutos tuvo que devolverle a su sitio y poner a Pau Miguélez en el carril del 7. El gallego, un especialista claro en irse por fuera, generó los pocos momentos de peligro del primer tiempo y el penalti, ya en la segunda mitad, que supuso un 1-0. Hizo, por cierto, una gran jugada, pero en la acción engañó al defensa y al árbitro. Hubo toque, sí, pero cuando él ya volaba.
En ventaja. A partir del gol, el Somozas ya no supo si estaba a setas o a Rolex, Álvaro Peña se filtró mejor entre líneas (volvió a estar demasiado en paralelo a Beobide en la primera mitad), Dani Aquino corrió menos, pero mejor, y sacó todo su repertorio a balón parado, con un golazo extraordinario mandando a la cepa del poste un libre directo botado, por fuera de la barrera, desde su perfil malo y con varios saques de esquina que metieron el miedo en el cuerpo a Molina, el portero rival.
Luego del 2-0, ya con buenas cartas, solo era cuestión de recoger beneficios. Fueron tres, con Carlos Álvarez haciendo lo suyo, como siempre, y pudieron ser más. El Somozas, que remató una al travesaño, no pudo evitar el cuarto partido seguido sin encajar de Iván Crespo.
Cinco defensas El 5-4-1 del rival obligó a cambiar de lado a los extremos