AS (Pais Vasco)

Madrid y Atlético desempatan en Zaragoza

- ALFREDO RELAÑO

En la temporada 1958-59, en la cuarta Copa de Europa, Madrid y Atlético cruzaron sus caminos. El primer partido se jugó en el Bernabéu y terminó 2-1. El posterior 1-0 del Metropolit­ano forzó el desempate. Tras duras discusione­s el partido se jugó en Zaragoza y el Madrid volvió a imponerse...

Temporada 58-59. Era la cuarta Copa de Europa, el Madrid había ganado las tres anteriores. En ese tiempo, sólo jugaban los campeones de Liga de cada país y el campeón de la edición anterior. El Madrid fue ambas cosas, lo que dio derecho al Atlético a entrar por España, como subcampeón. Había eliminado sucesivame­nte al Drumcondra, al CDNA de Sofia y al Schalke 04. El Madrid, exento de la primera ronda como campeón anterior, eliminó al Besiktas y al Wiener. La Liga ya ha acabado. La ha ganado el Barça, con el Madrid segundo y el Atlético, quinto. El primer partido se juega el 27 de abril, en el Bernabéu. El mismo día empieza la Vuelta a España, con Rivière, Bahamontes, Loroño y Van Looy como figuras. Las vísperas son tensas. El Madrid está en El Escorial, donde Carniglia se duele de las bajas de Juanito Alonso (Domínguez no convence), Zárraga y Kopa. Estos dos han jugado hasta la fecha 26 partidos de Copa de Europa, sin perderse ninguno (Kopa, con el Stade de Reims en la primera edición, con el Madrid las dos siguientes). El Atlético está en El Plantío, a cargo de Daucik, que tiene fe. Su equipo es más joven y brioso, confía en que el Madrid, con más años en sus figuras, acuse la larga temporada.

El Bernabéu está lleno. La afición atlética se instala en la lateral baja, de pie, sobre los vestuarios. Delante de lo que hoy es el palco, que en la época estaba enfrente. Se juega a las 20:30 con luz artificial y arbitraje del escocés Mowatt. Carniglia elige a Domínguez; Miche, Santamaría, Lesmes; Santisteba­n, Ruiz; Mateos, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. Daucik opone a Pazos; Rivilla, Callejo, Mendiondo; Chuzo, Calleja; Miguel, Mendoza, Vavá, Peiró y Collar. Se juega con cautela. La afición atlética comprueba con desilusión que, como pasó en Liga, en el Metroplita­no, el excelente extremo Miguel es desplazado por Daucik al medio para perseguir a Di Stéfano. En el minuto 12, a la salida de un córner, Chuzo recoge fuera del área y lanza por la escuadra derecha de Domínguez: 0-1. Dos minutos después, Gento se va por su lado, centra pasado, Rial cabecea en plancha, el balón pega en la base del palo y se cuela; el linier agita el banderín señalando fuera de juego, pero Mowatt lo concede: 1-1. En el 35, colada de Di Stéfano y penalti que Puskas transforma, aunque Pazos llega a tocar el balón: 2-1. En el 37, penalti por derribo a Peiró que Vavá lanza y para Domínguez. Eso y un cabezazo de Di Stéfano al poste definen la primera parte, briosa, casi agotadora.

La segunda mitad es peor. Santisteba­n se lesiona (un problema muscular amargó su carrera) y pasa a extremo, como figura decorativa. Di Stéfano se incrusta en la media, apenas sube. Puskas no se mueve. Gento queda aislado. El Atlético se conforma con el 2-1. La cosa acaba así, con protestas atléticas por el gol de Rial y opinión general de que los dos penaltis han sido rigurosos. Mowatt, en todas las conversaci­ones.

La vuelta es el jueves 7 de mayo, en el Metropolit­ano. A las cinco de la tarde, porque aún no tiene luz artificial. No es grave, porque es fiesta de guardar, La

Ascensión. La expectació­n es tan grande que se instalan graditas portátiles en el Metropolit­ano, a la derecha de la tribuna cubierta y en la lateral, para conseguir 400 asientos más.

Telefónica instala líneas especiales para correspons­ales extranjero­s. Los madridista­s ocuparán la inmensa gradona del

Fondo Este, de pie, donde se vende papel sin tasa, como en la lateral baja del Bernabéu.

El Atlético repite alineación, salvo Agustín por Mendoza: Pazos; Rivilla, Callejo, Mendiondo; Chuzo, Calleja; Miguel, Agustín, Vavá, Peiró y Collar. En el Madrid vuelve Kopa y Santisteba­n está recuperado. Carniglia, que nunca se sintió feliz con Puskas, lo deja fuera y saca a Domínguez; Miche, Santamaría, Lesmes; Santisteba­n, Ruiz; Kopa, Mateos, Di Stéfano, Rial y Gento. Arbitra el inglés Leafe.

Volvemos a ver un partido prudente, resuelto con un solitario gol de Collar. En la segunda mitad, el público se impacienta tanto que hay gritos de “¡Tongo, tongo!”, desde la suposición exagerada de que ambos clubes habrían acordado repartirse una tercera taquilla. Un tirazo de Kopa al larguero acalla los gritos. Pero vuelven…

A la noche hay discusione­s duras para ver dónde se desempata. El Madrid propone Madrid y, claro, el Bernabéu, que ofrece más capacidad. El Atlético exige escenario neutral. Esgrime que la UEFA le ha impuesto escenario neutral (Suiza) para su desempate con el CDNA de Sofia. Propone Bilbao y Barcelona. El Madrid contraprop­one Valencia.

Se habla de Sevilla, pero el Madrid, que después tendrá que jugar en la Copa en Barcelona, dice que le quedaría muy lejos. Hay gritos, tantos que protesta el cliente de la habitación de al lado (la reunión es en el hotel

Velázquez) y sube una camarera a calmarle, porque hasta las once se puede hacer ruido. Sin acuerdo, se van a la cena oficial, al Palace. Allí, tras el ágape, los discursos y los regalos, las partes se retiran a seguir el debate. No hay acuerdo. Se propone que cada cual dé ocho nombres de ciudades con equipo en Primera, para ver si hay coincidenc­ias. Sale

Pamplona, pero se echa atrás. Se decide Zaragoza, que había sido descartada antes por miedo al Moncayo. Eso del miedo al Moncayo creará cierto mosqueo en Zaragoza.

Llega el Día D, 13 de mayo. Será a las cinco de la tarde. 10.000 madrileños se desplazan, en una hilera interminab­le de autobuses y coches particular­es. Han comprado sus entradas en las taquillas oficiales que tienen ambos clubes repartidas por Madrid. La carretera parece en algún tramo la Gran Vía. En Zaragoza vuelan las otras 20.000 entradas. El partido se va a televisar, pero entonces casi nadie tenía tele. De hecho, la transmisió­n fallará hasta la segunda parte. Los equipos se hospedan en sendos hoteles en el Paseo de la Independen­cia, a poca distancia uno de otro. El árbitro, Míster Ellis, se encuentra cuando llega con que el Atlético está en el hotel que ha escogido y, discreto, se marcha a otro. A las cinco empieza el partido. Carniglia tiene otra vez lesionado a Santisteba­n, aunque recupera a Zárraga. Vuelve a contar con Puskas y saca a Domínguez; Miche, Santamaría, Lesmes; Ruiz, Zárraga; Kopa, Mateos, Di Stéfano, Puskas y Gento. El Atlético repite el equipo del segundo día: Pazos; Rivilla, Callejo, Mendiondo; Chuzo, Calleja; Miguel, Agustín, Vavá, Peiró y Collar.

Miguel arranca en la media, pero pronto regresa al extremo. Esta vez será Agustín quien vigile al genio. El partido empieza bien por las dos partes, aunque al Atlético le falla Vavá, que parte en dos la delantera. Por el contrario, Puskas está con todas las luces encendidas. En el 15, buena jugada Mateos-Gento-Mateos-Di Stéfano con preciso remate de este: 1-0. En el 18, Miguel se va por la derecha, cruza un balón raso al que fallan Santamaría, Vavá y Miche y aparece Collar para batir a Domínguez. 1-1. En el 40, un insistente ataque del Madrid acaba en un remate cruzado de Puskas con la derecha, su pata de palo: 2-1.

En la segunda mitad, el Atleti se desploma. Falta de moral, agotamient­o… Di Stéfano se hace el dueño. Ni siquiera la lesión de Lesmes, que se retiró dos veces y regresó, a 15 minutos del final, para hacer número, animó al Atlético. Kopa y Puskas fallaron goles cantados. Eso le pudo costar caro al Madrid, porque a dos minutos del final Peiró falló a su vez un gol claro que hubiera llevado a la prórroga.

Hay abrazos en el centro del campo, entre ovación colectiva. La gente vuelve en orden, sin peleas. No eran años de ultras, sino de grupos familiares. La Vuelta a España la ha ganado un madrileño, Antonio

Suárez. Y otro madrileño, un chico de 20 años llamado Luis

Aragonés, ha jugado su primera temporada como profesiona­l, en el Recreativo de Huelva. Pertenece al Real Madrid, sueña con suceder a Mateos y jugar algún día junto a Di Stéfano. Pero la vida le tiene señalado otro camino…

Cambio Zaragoza fue descartada antes por miedo al Moncayo

Victoria Los goles de Di Stéfano y Puskas dieron el pase

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